II Mujer-país... cosas de la vida real.
Erase una vez una hermosa bebecita llamada República de Colombia, hija de un padre canalla y guerrillero, un tal Saúl o Simón o Sión Bolívar y de una meretriz llamada España.
Desde el principio todos empezaron a notar en la bebé una especie de tara. A pesar de que era una bebé preciosa como bañada por dos mares, como surcada por ricos ríos, con grandes y fértiles llanuras, altas montañas y un futuro prometedor en ciernes, la gente veía que la niña babeaba mucho, torcía los ojos y sonreía estúpidamente al estilo de una Patria Boba, pero Colombia empezó a crecer y para no faltar a la verdad, hay que decir que era muy querida y consentida por su belleza y encanto florecientes, todo hubiese sido ideal y la historia de la dulce niña Colombia muy distinta si no hubiese sido por un tío del norte llamado Sam, muy cercano a la familia, que desde muy pequeña abusaba de ella, el viejo verde la molestaba, la manoseaba y le metía el dedo meñique en la vulvita . Muy joven y seducida por su tío verde, Colombia perdió la virginidad o sea a su inocente Himen de Panamá. Después empezó a perder su petróleo, a endeudarse y a ser más servil con su tío, hasta el punto en que éste ya le ordenaba como actuar, que decir y que vestido ponerse. El viejo le hacía lo que quería, la montaba por delante, mientras sus propios hijos la montaban por detrás. Hijos del tío Sam fueron Guerrilla, Políticos y Paramilitares, todos ellos apellido “De Colombia” y no “Unidos” porque el tío nunca los reconoció legalmente.
Pasó el tiempo y hoy Colombia es una mujer andrajosa, flaca y sin gracia, sin autoestima, que culpa de su suerte a su infame tío y a sus bastardos, no se da cuenta de que aún puede pararse firme y hacerse respetar de sus agresores, toda persona merece cambiar de vida, tener dignidad, estima y no dejarse mangonear de nadie. Ella en cierta medida, ha sido la culpable de lo que le ha pasado, por pendeja, pero no es tarde para cambiar.
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