Tanto hay dentro de este ser que habito que muchas veces pienso que en cualquier momento me desbordará. Echará a volar sin retornos, sin adioses, sin presagios ni proyectos. Solo volar... Fin de la búsqueda, fin de los sueños, de la perentoria necesidad de subsistencia.
La noche avanzqa...y ni vuelo, ni ando, ni me muevo. Solo me sumerjo en una honda tristeza que mucho se parece a la nostalgia.
Un peso extraordinario me aprisiona el alma. Me ata a días tan iguales que el ayer y el mañana carecen de sentido.
Yo quise volar, y sin embargo, soy solo esta rueda gastada que apenas avanza sobre el pedregal del camino. Miro las cicatrices que las piedras fueron dibujando y creo que son ellas, al fin, las únicas que detentan la majestuosa presunción del arte.
Esa es mi obra, tal vez la única. Y ni siquiera es mi tallado. Fueron las piedras que mordí en el afán empecinado de ver qué se esconde más allá del horizonte.
Me aferro como un náufrago a supuestas verdades por no abandonarme al tentador abismo.
Me invento amaneceres, osadías. Retraso derrumbes con pinceladas de azules y amarillos.
Atrapo primaveras por no claudicar ante el invierno. Pero los vientos fríos avanzan implacables.
No puedo mas - me digo - y sin embargo sigo, ignoro impulsada por qué energía inexplicable. Avanzo a tientas desatando los nudos que el destino me pone a cada paso. ¿qué habrá después? Tal vez alcance alguna vez la estrella que persigo, o tal vez me quede con las manos extendidas y los ojos abiertos, al borde del camino.