A propósito del día de los inocentes, me viene a la mente lo que cuentan de mi abuela, a quien le encantaba realizar todo tipo de bromas en este día. Dicen que todos los años le hacía la misma broma a mi abuelo y que él nunca se la pillaba porque era famoso por ser una persona muy distraída, así que ella le hacía la misma pilatuna todos los años y él caía en ella una y otra vez... bien mirado, se trataba de una broma muy poética, una semana antes del 28 de dic. Ella le empezaba a servir la comida tapada con una fuente amplia, para que él se acostumbrara a verla siempre así, el 27 por la tarde se dedicaba a capturar mariposas de todos los colores y tamaños y las reservaba vivas en un saco de anjeo, el 28 por la mañana depositaba las mariposas con cuidado en la fuente y le anunciaba a mi abuelo que el desayuno estaba servido, él se sentaba en el comedor aparentemente vacío (todos mis tíos, primos y mi madre estaban escondidos a la expectativa de lo que iba a ocurrir) y destapaba la fuente, al hacerlo salían volando todas las mariposas a la vez para sorpresa de mi abuelo que se sonreía al ver que también lo habían hecho caer en la inocentada este año, mi abuela gritaba “ Inocente mariposa” y todos los niños rompían a reír celebrando la broma, acto seguido todos empezaban a bromear entre sí y era como si el acto de liberar las mariposas diera inicio al festival de las bromas, convirtiéndose así ellas en coloridas mensajeras de la irreverencia y del desorden... siempre he pensado que quizás el sí sabía lo de las mariposas, pero se hacía el desentendido para no dañar la sorpresa y hacer feliz a mi abuela al dejarse hacer travesuras, era como un acuerdo tácito entre los dos, un pacto de complicidad y de camaradería que iba mucho más allá de las sábanas y del tedio de la vida en común y es que sólo así se explica que dos seres tan terriblemente distintos como ellos hayan podido quererse y perdonarse tanto, acompañarse hasta que la muerte se lo llevó a él y engendrar de paso 11 hijos entre broma y broma... ahora ella también duerme con el sueño profundo de los que ya no despertarán y quiero creer que en algún lugar lleno de hierba verde, dos mariposas coloridas juegan y ríen, se aparean y se aman, bromeando el uno con el otro, indiferentes a lo que ocurre en este mundo extraño y lleno de acartonada seriedad que ellos ya abandonaron para siempre.
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