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El reloj marcaba las horas sin cesar, con ese sonido constante y pautado que me decía inconscientemente que mi momento estaba cerca.
Hacía 5 horas que había hablado contigo por teléfono y necesitaba escuchar tu voz o leer un mensaje para volver a sentir esa sensación de vida que me llenaba cuando tus palabras entraban dentro de mí.
Estaba desesperado, decidí poner música y perderme en mi pensamiento para dejar de pensar en tus ojos, en tu pelo, en la caricia de tu piel sobre las yemas de mis dedos pero no lo conseguía, me sentí muerto, abandonado, triste, tu imagen se repetía una y otra vez dentro de mi cabeza.
La impotencia de no poder llamarte me consumía cada vez mas, que difícil era todo y cuanto daño nos estábamos haciendo.
El reloj siguió marcando con su ritmo inexorable el paso del tiempo y de la vida, el miedo en forma de nudo en el estomago por no saber nada de ti me consumía en mi locura de enamorado sin sentido.
Llegó la noche y seguía tumbado en mi cama escuchando aquella canción que no lograba apartarme de mi pensamiento, me sentía derrotado y hundido un poco más cada segundo que el reloj marcaba con un sonoro Tic-Tac.
Cuando volví a abrir los ojos era de día, no sabia el tiempo que había pasado hasta que miré la hora, el sonido de la lluvia cayendo fuertemente contra la Uralita del patio de luces que lindaba con mi habitación me hizo volver de las tinieblas de la pasada noche a la luz de un nuevo día, me levanté y me dirigí a la terraza, mirando el cielo encapotado y gris me quedé hipnotizado viendo como el agua purificaba la contaminación que cubría la ciudad, como si entrara en trance salí y me puse en medio de la terraza, anduve 5 pasos y miré con los ojos y la boca bien abiertos hacia el firmamento, las gotas empezaron a mojar todo mi cuerpo, llenaron mi boca, mis ojos y mi corazón desnudo y despojado de ti. Todo se fue, la desesperación por recibir una señal tuya desapareció.
Entre de nuevo en mi casa y me dirigí al teléfono, lo cogí y marqué tu numero, comunicaba.
El agobio volvió a encontrar su sede dentro de mi y sonriendo pensé,
Lástima tendré que esperar las siguientes lluvias para que desaparezca…

Texto agregado el 28-12-2005, y leído por 178 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-12-2005 Hoy has estado realmente inspirado amigo mío cuando_nieva_sobre_los_cedros
 
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