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EL COMERCIANTE.


Esa mañana de Domingo ya se había ido, el mediodía llegaba, veía pasar a la gente de un lado a otro, gente de todo tipo y posición social, sobre todo las señoras, algunas hasta con criada que cargaban sus bolsas y empujaban sus carreolas, también mujeres con huipil, así como de faldas anchas y coloridas, descalzas con sus hijos en sus espaldas cargándolos con su reboso. Estando yo en la banqueta, a ratos sentado y a ratos parado, mis colegas hacían lo mismo, algunos solo se limitaban a espantar las moscas que se acercaban a sus productos. Como todas las veces que vengo, trato de llegar temprano para ganar un "buen lugar", de la casa salí al tercer canto del gallo.

A este tianguis llega gente de muchas partes, unos en plan de turismo, otros en plan de compras, y otros más, comerciantes, yo era de estos últimos, aunque también comprador, este domingo de acuerdo al plan tendría que llevar los útiles escolares de mis hijos (3 niñas y 2 niños) porque el lunes entran a la escuela, aunque sea huaraches que estrenen -pensaba-.

Cuando era ya el mediodía, los chivos que traía para vender gritaban de hambre y mis tripas también, pero ese ruido se ahoga entre el murmullo de la gente que regateaba y de los que anunciaban, sobre todo por la música del puesto de “casets” y discos, claro que yo no entendía nada del mensaje, ya que era en ingles, pero eso sí, hacía mucho ruido, veía que los muchachos se acercaban interesados en ese material, algunos eran de mi rumbo, los conocía, pero no me hablaron, llevaban sus tenis "convers" y otros sus "naik", presumiendo pantalón y camisa, algunos con "uolman" y mucha grasa en el pelo.

En eso estaba cuando un “marchante” se acercó a preguntarme por el precio de la panela que tenía en venta, pero la alegría fue momentantánea, no me compró nada, mi consuelo era que tampoco los de a lado vendían, estos ya habían pedido su almuerzo y lo estaban saboreando, a mi se me antojaba, en eso alcancé a ver al “cobrador de puestos” (impuesto de pisaje que se paga por su uso comercial), lo conozco, es el mismo y los boletos son inconfundibles, como siempre, veía regatear a los de a lado, generalmente yo no regateaba, pero esa mañana si tenían razón -pensaba- a mí si me creerá.

En eso pasa un muchacho vendiendo tenis de marca "convers", mis hijos me los habían encargado, ya que veían a sus compañeros, hijos de los que fueron a la sierra al corte de "café" que estrenaban tenis, pregunté por el precio y me parecieron económicos, le dije al muchacho que regresara mas tarde a ver si vendía algo, "ta güeno", me contestó, luego se retiró.

Para ese entonces ya tenía frente a mí al cobrador, con boleto sobre su mano extendida apuntándome, y como él sabía que yo nunca regateaba, pero esta vez tuve que decirle que no había vendido nada, incrédulo me pregunta ¿y eso?, mi respuesta fue -ya ves que de unos meses para acá ya no ha sido igual.- Esta bien -me dice-, me doy una vuelta mas al rato, -Ajá- le contesto.

Luego me quedé pensando que cuando comencé a venir vendía todo lo que trajera, recuerdo sobre todo mi primer viaje, traía capulín con mi “ayate” en el lomo y por la inexperiencia todo se me echó a perder, los capulines se apachurraron y en consecuencia se manchó toda mi espalda. Aprendí a transportar huevos de gallina envueltos en hoja de totomoxtle para que no se quebraran y todos los vendía, ahora veo a las señoras comprar por kilos y casilleros y ¡Les viene a surtir un camión bien grandote!. Otras veces traía gabán de lana de borrego, pero desde que comenzó a entrar al mercado el “naylo” (plástico), bajaron las ventas, ahora incluso el diseño se hace en estambre, como para modernizarse, pero ya no se vende. Los guajolotes que antes estaban muy bien cotizados, ahora ya pocos preguntan por ellos, ¡con eso de que hay pavos de doble pechuga ya preparados!.

En eso estaba cuando de repente se me aparecen los del partido, ya los conocía, eran los mismos con un muchacho nuevo, me dicen: El candidato te manda saludos, -pensé entre mí- “Pus” que memoria tiene, si solo me ha visto una vez, -ellos continuaron- nos dijo también que te recordáramos que tienes que votar por él y que te va a dar "chance" que sigas vendiendo aquí las veces que quieras venir, ¡que bueno es el candidato! -pensé-, me dijeron también que si ganaba el otro candidato ya no me dejaría vender, y que además tendría que convencer a los del pueblo para que voten por él y así me beneficiaría por que me dejaría vender.

No pues sí que es malo el otro candidato –pensé- por lo que decidí apoyar para que todos los del pueblo voten por el bueno, yo me encargaría de convencerlos.

Alguien se acerca y me compra un litro de tila, le cobro 5 pesos, alguien más se acerca a preguntar el precio de los chivos, le digo que 500 y hasta en 450 si se los lleva, pero me dice que son muy chiquitos y descoloridos, le digo que no les doy químicos por eso están así, -me dice- luego paso, ándele pues -le contesto-.

Y es que, desde que subió al pueblo el técnico de desarrollo rural, nos habló algo así de "sustentable", yo seguí uno de sus consejos, nos decía que no utilizáramos fertilizante en los cultivos y en los animales no le pusiéramos ningún químico, el resultado es que los animales no crecen rápido y los cultivos no rinden igual, pero esa fue la única ocasión que lo vimos, ya no ha vuelto a subir, y como resultado es que ya no se vende lo que uno produce y pensé "inche" técnico no más nos fue a engañar y pensé que cuando tuviera dinero iba a comprar mucho fertilizante y agroquímicos.

Regresa el vendedor de tenis y me dice "tons que patrón, cuantos se va a llevar", le digo que todavía me falta vender mis chivos, date otra vuelta mas al rato, ya tenía enfrente a la señora que vendía tacos, le digo -déjeme una orden le pago cuando venga por su plato-.

En eso se acerca una persona a comprarme una mitad de cabeza de panela me paga 5 pesos, me los iba a guardar cuando aparece el cobrador, no me queda otra mas que darle la moneda que me habían dado y me da mi boleto.

Luego la señora de los tacos me dice vengo por mi plato, y los 5 pesos anteriores le pago lo de los tacos, ya estaba desesperado así es que tome mi “ayate”, donde traía tila y la panela, casi arrastro mis chivos, comenzamos a caminar, iba ofreciendo mi tila y panela, en eso veo un puesto de tacos y se me ocurre una idea - vender los chivos con algún taquero- y comienzo a ofrecer los chivos, recorrí 4 puestos en el quinto y ultimo sí me preguntaron por el precio les dije que 400 para que me los compraran, y me dice -te doy 100 si quieres- le digo que me dé por lo menos 350, y finalmente nos "arreglamos " en 150 cada chivo, algo es algo pensaba, ya iba en busca del vendedor de tenis, seguía ofreciendo tila y panela, de esta me pedían la prueba y la daba, me decían que estaba agrio y no me compraban.

En eso veo a Chencho en una tienda tomándose una cerveza y me dice: -¿no quieres una?-, con el calor le contesto: -nomás una-. Pero de ahí fue una, otra y otra más, me acuerdo que yo invitaba, él invitaba, es lo que recuerdo. Cuando desperté estaba en la barandilla, me dijeron que me encerraron por hacer escándalos en la vía pública y por faltas a la moral (no entendí eso, pero a lo mejor será porque me quedé dormido en la calle). Afortunadamente llevaba dinero todavía, pagué la multa y salí, llevaba un dolor de cabeza, pero ya todo el dinero lo dejé como pago de la multa en barandilla, quería comprarme una "sal de uvas" por lo menos, ya era lunes a media mañana –pensé- ya no estrenaron mis hijos y tomé el camino rumbo a mi comunidad, para ver si mis hijos ya habían cortado más tila y si mi esposa ya tenía mas panela.

Texto agregado el 28-12-2005, y leído por 212 visitantes. (0 votos)


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