Ken evitaba mirar las estrellas.
Temía de su belleza, de no poder explicar lo que sentía por ellas.
Siempre con la cabeza agachada y la vista clavada al suelo.
—¿Cómo te llamas?
—Ken.
—¿Por qué no miras la cielo?
—No hay nada.
Ken sólo leía, vivía en textos, mitos y leyendas.
Salía a pasear únicamente en días nublados.
—Soy Alejandra.
—Ya lo sé.
—¿Y por qué no me ves; no me hablas?
—Eres sólo un sueño, un sueño.
Texto agregado el 28-12-2005, y leído por 143
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Lectores Opinan
28-12-2005
dulces instantes, dulces momentos, dulces sueños.... pero borrosos. ME gustó almana
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