Te confieso que llevé las fotografías
que a propósito olvidaste
hasta la frontera fáctica de la moral en turno,
sin embargo,
al no existir acuerdo migratorio entre ella y tu, fueron deportadas ante mi mirada impávida.

Yo pretendía superar el umbral ético al cargar permanentemente esos recuerdos, pero no tuve el valor ni la oportunidad.

Tengo certeza que esas memorias estarán agazapadas esperando que nuevamente me convierta en contrabandista de cualquier cosa y regrese por ellas y por ti de este lado.