Y los oscuros avernos se abrieron,
De ellos brotaron seres
Atrofiados por las sombras abismales,
Enloquecidos danzaban
Al compás estridente de flautas mágicas,
Pululando, reptando,
Emanando de cada rincón
De la negra roca.
¿Qué caos espera
A que la suave luz de las estrellas
Desista de su ingenua lucha?
¿Te has preguntado alguna vez qué sentido tiene nuestra existencia?
Me refiero a cual es el motivo por el que en este momento te encuentras frente a mí. Mira, no me vengas con esas tonterías de la fe y respuestas que desde tus primeros años de inocencia te han grabado en el cerebro. Te estoy dando una oportunidad, te estoy invitando a que juntos lo analicemos, pues a mi sí me interesa tu opinión. No como esos otros que te obligaron a aprenderte frases de memoria; que nunca te dejaron razonar y te obligaron a repetirlas hasta que por osmosis pensaste que eran tuyas.
Te lo vuelvo a preguntar ¿Cuál es el sentido de nuestra existencia? Si es que tiene alguno ¿Por qué o para qué estamos aquí?
Piénsalo, piénsalo ahora… Sí ahora mismo y trata de responderme, yo te espero… uno, dos… piénsalo, tres… cuatro, ¿Para qué?...
Yo solía creer que todo tenía un motivo, que cada cosa o suceso estaba regulado por algo o alguien; por una fuerza, un ser último o primordial quizás, que de alguna manera gobernaba sobre todo lo que sucedía y aceptaba la maldad sólo como algo necesario para que el ciclo pudiese funcionar. Bien sabes que sin lo malo no existe lo bueno, sin la oscuridad no veríamos la luz, sin la muerte no se valora la vida.
Creía que todo lo que te sucede, en el fondo te llevaría a buen término, que no importaban las pruebas que en el camino tuvieras que sortear pues todas ellas estaban ahí por un motivo y ese era conducirte hacia el “destino” que ese ser absoluto te había reservado; que no importaba el sufrimiento que en el íntertanto te alcanzara pues todo estaba contemplado y de alguna forma sería pasajero, hasta que algún día te llegaría la felicidad.
¡Mentiras, son todas mentiras! Me da risa cuando recuerdo aquellos días de iluso en que creía que todo pasaría, que era parte del sendero, que eran los obstáculos propios de una búsqueda.
Cómo pude ser tan egoísta y creer que en algún lado alguien me estaría cuidando y me tendría reservado un espacio dentro de su sinfonía. Date cuenta que todas esas ideas sólo surgen de la extrema y desesperada necesidad de nuestra raza de no sentirse sola, de extra-culpar a alguien por sus propios errores. Date cuenta que todo eso en lo que crees y das por cierto, todas esas ideas de un ser supremo se originaron hace miles de años, cuando esos idiotas ni siquiera sabían que la tierra era redonda, cuando el mundo se remitía sólo a un par de continentes, cuando se daba por hecho que la tierra era el centro del universo, ¡Deja reírme de nuevo!
Es ridículo ¿no es cierto? Es absurdo que aún creamos y nos rijamos por ideas concebidas en un tiempo donde incluso el sol y la lluvia eran adorados como dioses; en una era donde todo lo que ahora sabemos era desconocido y por ello atribuido a “Dios” y su voluntad, donde los actuales razonamientos matemáticos, físicos y en general científicos y todas las respuestas que con ellos hemos alcanzado eran desconocidas.
Por favor, aterriza y dime si todavía crees que estamos aquí por algún motivo, dime si todavía por las noches le ruegas a tu diosito.
Oye, si ya sabemos y es mundialmente aceptado el hecho de que todo tiene su origen gracias a un proceso evolutivo, y que no fueron siete los días que tardó en crearse el universo sino miles de millones de años; sabemos que hubo humanos mucho antes de Adán y Eva, de Lilith y Satán; que mucho antes de ello se llamaban homo sapiens, homo faber y homo erectus. Ahora sabemos que el universo está en expansión e incluso sabemos donde reside su centro, aquél donde todo surgió como una gran explosión; sabemos que se está expandiendo a una velocidad que nuestra diminuta mente ni siquiera puede imaginar y que aumenta en proporción directa con lo lejos que se encuentre de ese centro; que la velocidad en sus bordes es tan extrema que incluso supera a la de la luz y quizás nunca podamos ver ese borde. Ahora piensa, que así como se está expandiendo, por lógica debiera llegar el momento en que comience a contraerse para retornar a su punto de origen y posteriormente implosionar hasta volver a convertirse en un mísero átomo.
¿Y luego? ¿Donde quedaremos nosotros? O sea no tú ni yo, sino nuestros pensamientos, los de mi madre y los de mi mujer. ¿Desaparecerán junto con todo lo conocido y lo que se oculta en los oscuros rincones del universo? ¿Y después qué?
¡Vamos responde maldito!... ¿Y después qué?
Quizás todo vuelva a comenzar otra vez, de nuevo y tal vez no igual. Puede que esta vez la evolución sea diferente. Puede que la evolución o el proceso que dará inicio a la formación de partículas atómicas, las que se unirán luego en moléculas, organismos unicelulares y pluricelulares, estructuras básicas y cada vez más complejas hasta llegar a seres racionales, esta vez ya no sean como tú o yo, o quien sabe si todo comenzará exactamente igual y nuevamente en determinado punto de esa nueva evolución estaremos juntos tú y yo, conversando exactamente de esto mismo, o quizás ya lo hemos hecho millones de veces y lo continuaremos haciendo por toda la eternidad, por toda aquella en que esta explosión e implosión perdure. Pues se supone que con los mismos estímulos y factores los resultados debieran ser los mismos ¿O no? No lo se, quizás en esa otra ocasión seamos verdes y rojos.
Entonces, déjame preguntarte nuevamente ¿Para qué estamos aquí? ¿Tiene algún sentido nuestra existencia o sólo se trata del gusto de respirar, comer y cagar hasta que nuestras cenizas se pudran en el caos del fin de la existencia? Quiero decir que para qué respiro ahora, para que siento, lloro y río, con que objeto hago el amor y converso contigo si todo va a terminar, si todo esto desaparecerá y nuestras emociones se van a disipar en el olvido. En todo caso y definitivamente eso del cielo o el infierno nunca me ha convencido, es más me parece la respuesta mas simplona y burda a nuestra pregunta, carente por completo de sentido. Bueno, es cierto, te da tranquilidad, te da esperanza e incluso ya no tienes para qué rebanarte la cabeza tratando de responderte nada, no tienes que cuestionar ni analizar. Bueno, por algo los monjes tenían prohibido a la plebe el acceso al conocimiento y el saber, por algo los obligaban a vivir sumidos en la oscuridad de la ignorancia: de esa forma nadie preguntaba nada y todos eran más fáciles de manejar, cual borreguitos. Ciertamente en la ignorancia está la flaqueza.
La verdad no puedo negar que sí exista un orden o fuerza universal, pero no, a mi juicio, con el carácter de Dios divino, el cual sólo, y lo vuelvo a decir, no puede más que tratarse de una invención humana y propia de una mentalidad necesitada de compasión externa, ya que quizás la de sus propios congéneres no le sería suficiente al exponerlo como necesariamente más débil que sus pares, y debido a que su ego y orgullo le impide sentirse inferior a alguien de su propio nivel, sin embargo, sí le estaría permitido el ser subordinado, diminuto, compadecido y obediente a un ser omnipotente, omnisciente y omnipresente, quien además tiene la ventaja de ser incorpóreo, etéreo y sólo manifestarse por medio de la ciega y obtusa creencia y fe en su existencia. Y aunque efectivamente existiera un Dios, ¿Por qué nos debería compasión? ¿Por qué preocuparse por salvar nuestra pútrida existencia? ¿Acaso tú te preocupas y lamentas al ver las lombrices ahogándose en las pozas de lluvia? ¿Acaso Dios debería hacer algo para que esas pobres lombrices no se ahoguen? Piensa que ante los ojos de un Dios tan enormemente gigantesco y poderoso ¿podría haber algo que nos diferencie de esas lombrices? Me refiero a que todos “somos parte de su creación”. Bueno, quizás realmente exista una gran diferencia y es que estas últimas no tienen la necesidad de cagarse y arruinarse las vidas las unas a las otras, pero “gracias a dios” no son inmortales y sí se ahogan, pues si no estaríamos nosotros ahogándonos en pozas de lombrices.
-Claro, por supuesto que tiene que haber un orden cosmogónico, un orden que regule cada suceso en la natura, que haga que dos átomos de hidrógeno se unan con uno de oxígeno para formar una molécula de agua, y que ésta se una a millones de otras para formar una gota de agua o que al agitarse y separarse se transformen en vapor. Indudablemente algo debe regular ese proceso, pero no me vengas con que es Dios, pues ¿Qué sentido tiene, para qué perder tiempo preocupándose de que cada molécula o partícula, o nosotros mismos que ante su magnificencia no debemos ser más grandes para él que éstas para nosotros, no se separen y desintegren? ¿Para qué ocuparse de que el orden se mantenga por todo lo vasto del universo? ¿O es sólo que Dios únicamente se preocupa de nosotros los humanos y nuestros actos? Quizás será entonces que Dios es sólo para los humanos y no para la natura o los animales o si existiese, sólo como caso hipotético pues esto es parte de otra discusión, vida extraterrestre tan o más inteligente que tú o yo, debiera entonces y por necesidad ser hijo o creación de Dios al igual que todo lo conocido ¿Pero a su imagen y semejanza? ¿O solo nosotros fuimos los afortunados? Más aún, piensa en si se murieran ¿Tendrían estos derecho al cielo?
Y si realmente existe el cielo ¿Qué va a pasar con éste cuando la nada devore todo? Pero tú, ¿Realmente crees en el cielo? ¿Crees que existe un lugar donde van los pecadores, aquellos que hacen el mal, y otro donde van los bondadosos? ¿Realmente lo crees? Dime entonces, que pasaría contigo si en este instante te murieras -respóndeme con sinceridad, esta conversación es sólo entre tú y yo, y te aseguro que nadie más va a conocer tu respuesta- si te murieras ahora ¿Dónde te irías? ¿up or down, cielo o infierno, salvación o sufrimiento eterno? ¿Crees que cada día actúas teniendo como meta el bien y das lo mejor de ti? ¿Eres realmente bueno o al menos crees que cada acto que cometes lo haces pensando que está bien y que con ello no dañaras a nadie? O quizás eres de aquellos seres repugnantes que sólo pueden ver sus propios defectos reflejados en los ojos de los demás, de aquellos que cada día y noche se levantan y acuestan lavando sus manos en la fontana de Pilatos de la oración.
Es cierto y claramente existen ocasiones en las que es inevitable dañar o perjudicar a otros, sin embargo es el origen de la acción la que a mi juicio debe contar y ser juzgado, pues obviamente tu punto de vista puede ser diferente al mío; para un indigente quizás no exista maldad en robar algo de dinero, quizás a punta de cuchillo, para poder alimentar a su familia que ni siquiera ha comido mal meses, para un aborigen amazónico quizás sea natural y hasta motivo de orgullo, y no tenga nada de aborrecible el comerse a su padre una vez que éste ha muerto. Entonces ¿Serían ellos pecadores? ¿Irían al infierno o al cielo? ¿Tomaría en cuenta Dios los valores de ellos o actuaría como lo haría un inquisidor condenándolos a la perdición en el averno? ¿O real y simplemente no existe y es sólo una invención útil y necesaria, creada en los orígenes de nuestra existencia, todo ideado por entes un poco más inteligentes y visionarios con el objeto de ordenar la anarquía reinante en nuestra fútil existencia?
Es todo esto, amigo mío, lo que me hace desistir de la lucha diaria. ¡Cállate por favor y no me insultes tachándome de ateo! Ojalá lo fuera, que así me sería todo mucho más fácil. Sólo quiero saber, creer y estar convencido de ello, no hacerlo por lo simple y aliviador que es. Todo esto es lo que a cada instante carcome mis entrañas, es el creer que nuestra existencia carece sentido, que fue sólo el resultado de un proceso evolutivo y que también es sólo un proceso químico por el que me veo obligado a pensar, lo que me enloquece. Es el creer que cuando estas reacciones se detengan sucederá lo mismo que cuando duermes y al otro día no recuerdas nada o mas bien nada recuerdas; Es la impotencia de pensar que no tendré otra oportunidad, que no habrá instancia alguna que me permita superar los errores que alguna vez cometí, hacer las cosas que no hice, disfrutar más de mi niñez y reír más en mi juventud. Es esta horrible sensación de saber que lo hecho, hecho está, lo que quiero erradicar de mi mente y creer que sí tengo salvación. Anhelo creer como tú en esas tonterías que me dejarán, por fin, descansar en paz. Quisiera creer que esto no es el fin y que es solo una de tantas oportunidades o pruebas, y que cada una de ella es mejor a la otra hasta que finalmente llegará la vez en que la vida se me llenará de felicidad y no tendré que pagar por mis pasados errores ¿O es solo que el pensamiento humano es una macabra habilidad que nos obliga a cuestionarnos lo incuestionable y sufrir sin razón u objetivo final?
Esta bien, y tienes todo el derecho de decírmelo. Es cierto que al mirar a mi alrededor la natura me parece hermosa y cada cosa o entidad existente se me revela unida a las otras, todas finalmente entrelazadas en el cosmos, formando una aparente y perfecta armonía. Acepto que al mirar y observarnos también parecemos obra de un ser creador y absoluto que cuidó cada detalle con extrema gracia. Sin embargo lamento despertarte de tu estúpido e infantil estado de somnolencia utópica y pedirte que abras los ojos. No, no obtengo placer al decepcionarte mas tú en tu interior también sabes que todo esto y nosotros mismos no estamos aquí sólo desde ayer, sino que toda esta supuesta “perfección” lleva millones de años formándose; millones de seres surgieron y dejaron de existir para probar cual era el mejor y más adaptado; millares de mutaciones se originan diariamente, a nivel molecular y celular, e incluso en escalas superiores, para probar y lograr como resultado final una raza o seres cada vez mejores. Si no me crees pregunta y averigua porqué nuestro apéndice no funciona o por qué algunos ya no tienen los molares traseros o muela del juicio, y si puedes trata también de preguntarte cómo seremos en 15.000 ó 1.000.000 de años más. Lo se, es casi imposible predecirlo o imaginarlo, pero ¿Seguiremos entonces siendo humanos? ¿Podremos continuar llamándonos humanos si ya no nos pareceremos a lo que somos ahora? Y esos “homos” anteriores a nosotros ¿Eran o no humanos? ¿También creados a imagen y semejanza? Pues entonces ¿Cómo o con que forma nos hizo Dios? Responde, porqué cambiamos si somos perfectos desde nuestra creación a su imagen y semejanza ¿O es únicamente el pensamiento lo que está hecho a su imagen y semejanza? Y si lo somos ¿Dónde estábamos todos esos millones de años antes de que hiciéramos nuestro debut sobre la faz de la tierra? ¿Y dónde estaremos todos esos restantes millones de años por los cuales el cosmos continúe existiendo tras nuestra inminente destrucción?
¡No, por favor¡ No me pidas a mi las respuestas, tú debes buscarlas, no se si en tu interior, pero es al menos eso lo que por años he intentado hacer, y lamento decirte que aún no las descubro.
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