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La quietud cesa en mi interior. Observo con infrecuente entusiasmo el vaivén de las olas. Algunas revientan al llegar a las rocas; otras se calman al llegar a la orilla. Constato que el horizonte no tiene fin. Se mezcla el cielo con el borde casi indistinguible del límite imaginario del mar. El aire que ambienta el lugar es húmedo, puede olerse. Controla mi quietud, la merma, la cesa por completo. Me dirijo a una abstracción impensable. Es la tarde sin sol. No gobierna el astro en el paisaje. A cambio de el, están las nubes juguetonas que reinan en toda el área que se llega a observar. Las nubes descienden lentamente para dormir sobre la superficie de las aguas. Han esperado todo el día para que aquello acontezca y por fin sentir la caricia, el galanteo sublime que le proporciona dormir sobre ellos.

El lugar que describo esta a veinte incontables minutos de Sentai. La carretera se encumbre saliendo de la ciudad, hasta unos cincuenta metros sobre ella. Voy sobre mi auto azul, el cual adoraba mi amada Melanie. Ella siempre tan ilustre, gloriosa, de manifestaciones tan maravillosas para conmigo, fue el gran amor de mi vida, y lo seguirá siendo.

Yo adoro pasar por aquel lugar. Se puede ver el precipicio majestuoso que me atrae, que me escruta, que me espía con ojos silenciosos y al que me domina hasta martirizarme de haber amado demasiado. De pie, al borde del precipicio unas pequeñas piedras se desprenden y caen hasta chocar brutalmente con la arena de la playa. La altura me causa vértigo; el paisaje, curiosidad. Me invita a explorarlo; a tener algún tipo de encuentro fantasioso en donde podré invocar la presencia de mi amada. Solo ahí ella podrá verme. Solo ahí podré dar fe que ella esta durmiendo. Que ha dejado este mundo para convertirse en aquello que un día me dijo: “Algún día seré tu ángel” y yo, tan cegado, tan obstinado de amor, le contesté que deseaba con todas las fuerzas que poblaba en mi cuerpo, que lo fuese, y que la dejaría serlo para el resto de mi vida.

Ahora el remordimiento de mi frase me atormenta. Recién ahora comprendo la verdadera intención de su frase, y de mi poca conciencia de amante alerta a estados suicidas.

Pero me opongo a pensar que ella esta muerta. Sí, muerta. Yo me opongo tercamente a renunciar al amor de mi vida. Es por eso que paseo cada día, cada tarde, cada noche, una y mil veces, por aquel tan mágico paraje inédito para mí, y al que mi seráfica Melanie, ha ido para soñar, aunque a mi me parezca que es muy temprano. La busco con mi mirada perdida, aturdida. Trato de convencerme que la encontraré en la orilla de la playa caminando, y yo mirándola desde arriba; ella descalza, con su vestido blanco, limpio y puro de matrimonio, con su bouquet entre las manos, sujetándolo tan educadamente; con su cabello díscolo, y su mirada brillantemente enamorada.

A veces pienso que ya no estoy cuerdo.

A veces siento que la noche esta muy hermosa para el suicidio. Comprendo la equivalencia entre mi estado anímico y el de mi amada el mismo día de su muerte. Lo efímero de mi pensamiento se prolonga cada día mas. La idea de explorar las aguas me ha invadido por completo. Hoy me he puesto el terno negro que lleve puesto cuando me dieron la noticia de la desaparición carnal de mi seráfica Melanie. El día de nuestra boda. Llevo en uno de mis bolsillos los aros de compromiso. Desciendo por el camino que ella me abrió entre lo escarpado del precipicio y llego por fin a la orilla.

Hermosa noche para el suicidio (1). ¿Así pensaste mi amor?, ¿así sentiste el día de tu muerte? Llego a comprender lo mágico y el escrutinio malévolo que encierra las intenciones suicidas. Después de diez años lo comprendo.

Texto agregado el 27-12-2005, y leído por 192 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
09-01-2006 Los recuerdos con aires de melancolía unidos con falta de cordura.Has escrito de una manera muy clara y sencilla los sentimientos de un hombre desolado, haciendo hincapié en el suicidio, tal vez y principalmente porque esa frase fue la que te inspiró y animó a escribir el cuento. A mi me gustó leerte, sigue adelante. Un saludo. claraluz
27-12-2005 Tu cuento, personalmente, no me gustó. No me gustó porque el escenario, del comienzo, es muy trillado, hay adjetivos que, a mi parecer, estan ahí porque suenan bonito, o le dan un aire de no se qué que lo hace leerse mejor; además me parece que tiene poca fluidez. Pero lo que me gustó fue la idea de suicidarse en una noche hermosa, completamente estrellada, sin las molestas luces de la ciudad, un camino de estrellas que nos conduncen al cielo. Bueno, esa es mi opinión como texto. Pienso que quizás se podría ver mas bonito como poema, emociones y lugares (con algunos cambios) tales como los que describres. También me pareció que repites algunos datos innecesarios a mi parecer, como decir dos veces que el auto es azul, o nombrar siempre Melanie en vez de ella, excepto por un par de veces que repites tambien mi amada. En fin. Sigue escribiendo. La practica hace al maestro. Hay que ser constante en estas cosas para mejorar ^^ Ulises_Lima
 
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