Sendas

Senda, sube al nivel de la calle y busca la dirección.
Mientras viajaba en el Metro ella no dejó de sentirse observada y sólo quería salir pronto y desprenderse del velo de culpabilidad auto impuesto. Debe caminar media cuadra y llegará al lugar de encuentro, de su primer encuentro íntimo con Alex.
Es un tercer piso, decide subir por la escalera ya que los ascensores de algún modo la intimidan, llega rápido, toca la puerta que ya estaba semiabierta, al interior Alex mira por la ventana con un gesto de distracción, pero que es más bien nervioso.
Alex la ve entrar, luminosa, con gestos más decididos que su mirada un tanto esquiva, de alguna manera sus ojos parecen buscar un lugar inexistente. Se saludan con un beso en la mejilla, de una manera que parece más propia de un encuentro entre amigos.
- Estoy aquí, tal como te lo prometí, dice Senda rompiendo el silencio y sonriendo con timidez.
Alex se acerca a ella, la abraza con delicadeza y la invita a sentarse, quedan ubicados frente a frente y se miran con un poco de extrañeza. Le ofrece un trago que ella rechaza con un gesto amable y cambia por una bebida. Senda abre la cartera e intenta prender un cigarrillo, pero después desiste y lo deja como pendiente.
Alex se levanta, camina hacia la ventana y baja una persiana que deja la habitación en penumbra (pero no tanto como para convertirlos en siluetas), vuelve a sentarse frente a Senda y la invita a un brindis, él con su trago y ella con su bebida, chocan los vasos con tal fuerza que ambos derraman líquidos, se ríen y, quizás por instinto, se acercan hasta quedar muy juntos. Alex toma la mano de Senda, ella facilita la caricia entrecruzando los dedos y ejerciendo un poco de presión. Hoy su mano carece de anillos, no obstante que las marcas les devuelven permanencia.
Senda viste una blusa de color azul intenso, larga, suelta y con botones blancos que resaltan en el fondo oscuro, ésta cae sobre unos pantalones de color claro, la holgura sólo insinúa algunas formas que, igual, emergen.
- Esta primera vez, pregunta Alex, permitirás que inmovilice tus manos para irte descubriendo.
- No sé, dice ella mientras abre su boca y asoma su lengua, tengo un poco de temor, quizás sea mejor que yo me vaya revelando.
- Sí, quizás ambas cosas, contesta Alex mientras le enseña un pañuelo largo y aparentemente firme.
Senda lleva sus manos a la espalda y se da media vuelta, en un gesto inequívoco de aceptación, entonces Alex junta sus muñecas y la amarra con el pañuelo que mantenía tomado, después la gira y queda pegado a su espalda, con la boca recorre y besa su cuello y el entorno de sus orejas, sus manos suben por los brazos de Senda y se detienen en los hombros todavía cubiertos. Ella empieza a frotar levemente su cuerpo con Alex hasta quedar prácticamente pegados, las manos de él se acercan a los botones y empiezan a soltarlos uno a uno hasta llegar al último, la blusa cae y Alex puede acariciar sus hombros desnudos, humedecerlos y besarlos largamente, bajando por la espalda y deteniéndose al llegar al borde del sostén.
En ese momento Alex desata las manos de Senda y la deja libre, ella termina de sacar la blusa se ubica frente a Alex, eleva sus manos hasta acariciarle el pelo y le da un beso interminable.
Mientras Senda pide un momento, Alex se tiende semidesnudo y se tapa con la sábana, ella vuelve vestida sólo con su ropa interior, se sube a horcajadas sobre Alex y desprende su sostén, toda la exuberancia, hasta ese momento aprisionada, repta acariciante sobre el pecho masculino, en un instante los pezones ávidos llegan hasta la boca de Alex y van solicitando caricias húmedas que él entrega con pasión.
Como en un acuerdo tácito, ambos se unen en un abrazo que da inicio a un encuentro de descubrimientos mutuos.
Senda abre su mente, su cuerpo, cierra los ojos y vuela.
Alex la acompaña hasta el final.