No se el porque, de esta fuerza misteriosa,
Que me toma entre sus manos,
Quedando indefensa ante ella.
Es inevitable entregarme,
Dejar que esas manos me aprisionen,
Y me estrujen la carne,
Sin sentir dolor, culpa,
Ni compasión.
Una vez que me tiene como suya,
Hago esta clase de cosas,
Quizás haciéndote daño,
O haciéndome daño.
Pero no soy conciente de ello,
Solo ocurre,
Sin que pueda pensarlo,
Planearlo.
Te enredo, llevándote conmigo
En este impulso
Haciéndote culpable por momentos
Y victima los restantes.
Sin llegar a comprender del todo
Esto que me pasa,
Esto de querer hacer las cosas bien,
Y hacerte cómplice de mis maldades.
A veces, solo a veces,
Pienso que tu lo haces,
Que esa fuerza inmensa proviene
De tus ojos llenos de fuego,
De tu boca que me atrae
Y se me presenta como el fruto
Mas deseable.
Te culpo,
Sin que tu lo sepas
Te deseo
Haciéndotelo saber de a momentos
Te busco
Tratando de alejarme
Y te pienso desde lejos
Para no estorbarte.
Y a tu persona, que admiro con profundo respeto
Y exijo de tus modales
Lo misma cortesía para conmigo.
A la que pongo límites,
Manejando las distancias,
Controlando los movimientos y las palabras.
La hice cómplice anoche de mis debilidades,
Acrecentando las tuyas mas oscuras,
Dejándome apresar sin ofrecer resistencia,
Por esa poderosa fuerza,
Que brota a borbotones desde lo mas profundo
De mi existencia.
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