8:30 hrs. Fumaba mi cigarro en la calle de siempre mientras daba mi paseo matutino habitual. El escudo nacional brilló desde el suelo como una bendición de esas que aparecen y te hacen creer que dios existe justo cuando tienes hambre.

Me compraré un chicle por lo menos, me dije y recogí la moneda de la suerte.

En ese mismo instante, La Moneda tenía la peor suerte de todas. Sólo puedo decir que, después de ese día, se acabaron los paseos a media noche con la Daniela, las invitaciones a ver las estrellas con la Francisca, la Marta o la....¿cómo se llamaba?
Ah!, sí, la Lucía y su hermanita Carola que está tan buena...

Este Golpe fue un ataque directo alma de don Juan y a mis tendencia a fiestera.

Este Golpe me ha condenado a la monónota y monógama vida que debo llevar después del toque de queda.

Hasta cuando dura esto, General?