Se abre la puerta lentamente, es mi madre, que viene a ofrecerme un bombón, típico en estas fechas.
Estoy mirando el ordenador, leyendo textos, y el sonido de la puerta al abrirse me ha causado un acto reflejo: me doy la vuelta rápidamente con cara asustada y me relajo en cuanto veo quien se asoma.

Pienso el por qué mi madre intenta cada día mejorar nuestra relación...nunca nos hemos caído muy bien, pienso yo, pero es mi madre y hay que seguirle la corriente. A veces ella me da pena, se que si yo cambiara todo iría mejor y que si no tuviéramos ambas el mismo orgullo, el mismo genio y nos quisiéramos a la vez tantísimo...todo seria perfecto entre las dos. Y soy consciente de que la hieren muchísimo los comentarios que le digo...pero ella también me hace daño...

Le digo que pase, que le quiero enseñar mis textos, aunque lo que quiero es un abrazo, y ella se reclina para leer en la pantalla...pone una cara extraña, asustada al leer mi primer texto.
Me está diciendo que a mi edad no puedo pensar eso, que le da miedo que lo haga porque ese es el pensamiento de una persona con más anécdotas sufridas...

Al mismo tiempo pienso que sí, que mi edad aun es temprana, y que debería, a lo mejor pensar de otra forma...pero esa es mi opinión de la vida, eso es lo que me han enseñado mis pocas anécdotas... ¿esas pocas anécdotas me han enseñado lo que muchas de ellas les han enseñado a adultos? Puedo sentirme orgullosa...o muy apenada; no recuerdo la última vez que dije: "Yo... ¿cómo iba a saber que el me haría esto?"

Ahora ha salido de la habitación pero continúa mirándome con el entrecejo arrugado y me da un consejo. Se va. Respiro.
Sigo mirando la pantalla...

"Tómate la vida con ironía y mucho humor y nunca pierdas la inocencia..."