Te volví a ver. Te volví a ver y tu presencia, trajo a mi mente un sin fin de incoherencias y pequeños retazos de lo que un día fue.
Sigues siendo tan bella, tan hecha de sueños y forrada de estrellas; tan frágil, tan dulce, tan diáfana y etérea que mi mente no encuentra el vocablo adecuado para describir tu belleza, tu inconfundible esencia; la paz que trasmites cuando estas serena y el deseo que despiertas cuando tu sonrisa me muestras...
Mi mente regresa una y otra vez al mismo escenario, una reunión de amigos, alcohol y cigarros, unos cuantos juegos, ciertas confesiones, besos robados, hasta que tu mano y la mia se encontraron. Sentí tu caricia de repente y al bajar la mirada, vi que tu delicada mano tomaba con fuerza la mía. Fue más de lo que podía soportar; traté de salir, de escapar, de desaparecer sin dejar rastro, no entendía por que mi cuerpo reaccionaba así, con tanto deseo por ti y quise huir pero, para mi ventura no me dejaste ir sola, jamás soltaste mi mano y fue asi que salimos juntas y nos dirigimos a otro lugar para estar solas. Apenas llegamos, y tu boca se prendió a la mia con deleite inigualable, yo ya no tenía voluntad propia, y me deje llevar por la marejada incontenible de tu cuerpo, de tu voz. Senti como tus manos recorrian mis senderos y procedi de igual manera aferrandome a tus senos. Oh amiga! Tus senos, dulce manantial de néctar eterno. Tu piel suave, tersa, tan blanca en contraste eterno con tus pezones de fresa, delicias venturosas que mis labios aprisionaron. Y la piel de tu vientre, solo comparable con la tersura de una dulce flor blanca, con un negro tatuaje manando de tu ombligo... de solo recordarlo, mis humedades se revuelven, se activan, me calientan...Seguí mi recorrido cebandome entre tus piernas, probando el dulce élixir que alli se procesa; ¡bendita fábrica hacedora de mis placeres! En el epicentro de tu sexo, sentía las pulsaciones de mi propio corazón airoso. Sentí tu boca, tu lengua caliente subir por mis muslos, buscando mi esencia, placer inefable el tenerte tan cerca... Ay amiga! Que tiempos aquellos, cuando en una noche rompí mis silencios y me revolque gustosa en tu cuerpo de cielo, y mi cuerpo se manchó con el polvo de estrellas que tu boca dejó con sus besos.
Quiero que sepas amiga, que has sido la única, que contigo descubrí por vez primera los placeres de Lesbos, pero que mi vida siguió en otro derrotero, tu ahora casada, yo en planes de hacerlo y sin embargo, aun estas en mi recuerdo, no olvido tu aroma, ni el color de tu pelo y si algun día quisiera repetir la experiencia, solo lo haría contigo, mi querida Elsa. |