La lluvia era interminable y la oscuridad engañadora. Mis piernas se movían lo más rápido posible, destruyendo con cada zanco la tranquilidad que envolvía las posas y la serenidad con que esperaban cada gota que llegaba a esa fuente. El agua había traspasado mi ropa y no lograba ver nada a través de mis lentes empapados, y a la oscuridad que había delante de ellos. Realmente no era tan corto de vista, sólo que no gustaba sacarme los lentes, ni si quiera cuando llovía.
Respirar, que difícil tarea. Estaba bastante agitado y el copete dentro de mi cuerpo, sumado mis hábitos de fumador, no me hacía un gran deportista. Había avanzado cuatro cuadras sin parar y ya no daba más, sin embargo la meta que tenía en mi cabeza, la sola idea de que ella dijera que sí me daban las fuerzas necesarias para no detenerme.
- Sabes, tú me gustas ¿te puedo besar?...
Silencio, el silencio es lo peor que puede existir. La música no paraba de sonar ni yo de moverme, parecía el péndulo de un reloj, para lado y lado, balanceándome con los pies clavados al suelo. Esperaba tu respuesta y el silencio al fin se rompió.
- No, no le daría un beso a alguien así como así, aunque me gustase mucho.
Mi mente estalló confusa y me dejaste bailando solo.
Maldición ¿qué sucede? Se supone que no somos dos niños, si te gusta alguien se lo dices y punto. No vas a esperar una declaración tipo “juego de la verdad”, yo solo quería besarte y lo hiciste tan difícil. No recuerdo si en esa época me gustabas, creo que no tanto, pero tenía que besarte.
Era una reunión de amigos, además estábamos tú y yo. Habíamos comido un pseudo asado, casi puras longas, después comenzamos a bailar y se les ocurrió ir a la fiesta. Esa que había organizado no se quien.
Tus palabras me habían dejado en jaque, en realidad lo único que quería era besarte, y bueno lo que la noche quisiera, pero debiste complicarlo tanto.
Todos se fueron y me quedé en esa casa, que ni siquiera era mía, junto a dos locos.
Comenzamos a tomar de una garrafa, ya había otras dos vacías.
- No le daría un beso a alguien así como así, aunque me gustase mucho.
No podía sacar tus palabras de mi mente, quería besarte. Esa vez en el cine no me atreví, quería abrazarte, acariciarte, pero me quedé petrificado. Si hasta la película la había visto, mi único motivo eras tú más no pude.
Ahora era diferente, era una fiesta, todos bailaban y sólo se preocupaban por si mismos, nadie se iba a fijar en nosotros, pero tú no quisiste.
La caga para llover fuerte, pero no importa, solo una cosa tengo en mente y es a ti, me la voy a jugar, no se cómo pero algo haré. El frío cala mis manos y la lluvia me hace más torpe, como una locomotora sin frenos, imparable voy dejando una estela de vapor tras de mí. Me acerco a la mampara del local, la música y la lluvia forman un coro extraño y luchan la una por vencer a la otra. Finalmente ambas saben cual es su pega y la de la lluvia es mojar, y aquí estoy, parado a espaldas tuyas, empapado, estilando. Poco veo pues mis lentes se han empañado. Tú bailas una balada con un compañero de curso y yo te miro, sólo te miro, se que te darás cuenta de que estoy aquí. Mis amigos ya me vieron y se ríen, no le veo la gracia, pero lo sé y es que lo hice por ti y todos lo saben.
Me miras y dejas de bailar, susurras algo al oído de mi compañero y él también se detiene, al igual que la música, que parecía estar de acuerdo.
Hola.
Hola.
Bailemos.
Bueno.
Me saco la chaqueta, que empapa y estila por todo el suelo, la apoyo en una silla y le tigo. Parezco una babosa, mojando y dejando una estela brillante tras mis pasos.
Suerte, otra balada. Te abrazo y siento pegada a mí; Percibo tu respiración y la exquisitez de tu cuerpo junto al mío. Te miro pero sólo veo tu cabellera color miel y parte de tu perfil perdido en el horizonte.
- ¿Quieres pololear con migo? Digo sin ninguna clase de preámbulo.
Creo que esperabas algo así, debía hacer algo que no te dejara opción, tú me habías dado la clave: No besarías a alguien así como así. Entonces no tenía otra alternativa.
- Sí. Respondiste y entonces ya no me importó la lluvia o lo mojado que estaba, éramos sólo tú y yo, tú y yo. |