Escribir con dolor de muelas no compensa.
Este dolor se muestra con todo su esplendor durante los largos desplazamientos, en los viernes por la tarde cuando sabes que hasta el lunes no encontraras un dentista. Solo en un funeral se ofrece en ayuda para que el rictus de dolor salga natural.
- Fíjate fulanito, cuanto le tenía que querer, estaba desencajado.
.
.
.
.
.
.
.
Otra pastilla, no han pasado ni cuatro horas y me tomo otra. Sí, leí el prospecto detalladamente, lo volví a leer y me la tomé. Voy a intentar relajarme y dejar que la lengua esté todo el rato dale que te pego jugueteando con el flemón.
.
.
.
.
Cuento las sacudidas, las mido, las cronometro. El tiempo entre pinchazo y pinchazo parece que se agranda se alarga, pero no, cuando aparece el dolor no ha bajado en intensidad.
.
.
.
.
Si parece que disminuye.
.
.
.
.
.
No solo no compensa sino que además seca la imaginación, los puntos de referencia en el papel de a donde ir, por que camino, que pirueta dar, quedan marcados por ese asfixiante intervalo de metrónomo de las punzadas de afilado dolor.
Ha pasado hora y media desde que tome la pastilla. A la media hora de tomarla mejoré sensiblemente, ahora tengo dudas de cuantificar y cualificar mi estado, doler duele y no deja, pero tengo ratos de olvido. Son pequeños y cuando me doy cuenta siento el sosiego por el ratito que no he sido consciente de su existencia.
.
.
.
.
.
.
Después de dos horas y media estoy desesperado. Otra vez estoy revolviendo los envoltorios de las medicinas del cajón donde las amontono, bueno me parece que he encontrado algo, antiinflamatorio analgésico, contraindicaciones - bla, bla, bla - fecha de caducidad - que le den - estas tienen que ser buenas, vamos a ver, dosificación - máximo dos pastillas en las comidas cada ocho horas - pues estoy yo como para ponerme a comer, un vaso de agua y para adentro.
|