Doce horas apenas habían transcurrido desde que el Padre Ramón, joven sacerdote chileno había llegado al Vaticano, cuando el incendio se desató. Parecía una película, apenas había llegado Ramón al lugar donde pensó, su vida cambiaría para siempre y ya estaba cambiando mucho más de lo que jamás él imaginó siquiera, cambiaría. El fuego crecía intenso, el calor crecía, el aire ya no existía, en su mente, se sucedían muchas cosas: su primer amor, su familia, su perrita cukie, que dejó en Chile,y a quien amaba. Recor´dó, el padre Ramón aquellas imágenes que vió ese 13 de Septiembre de 2001 en televisión y pensó que el momento había llegado, estaba sólo en un terecer piso, en una biblioteca, atrapado, y nadie podía abrir la puerta que tenía un mecanismo de seguridad inexpugnable. Las murallas se encendían, intensos gritos rompían el silencio de la noche, dnde estará su santidad se preguntaba el joven padre, mientras quería creer que lo que estaba viviendo: ¡era mentira!. Pero no, sucedía a su alrededor: ¡era verdad!. Ramón esperaba que llegaran los bomberos, quería creer que llegarían oportunamente a salvarlo, en realidad, nunca pensó, que moriría en el mismo edificio deonde vívía el Papa. El fuego llegaba a la habitación donde Ramón alcanzó a refugiarse, el confiaba en aue lo rescatrían, y por mientras, comenzó a bajar libros de una inmensa biblioteca que se erigía majestuosa en la sala. Mientras buscaba nervioso, cayó por casualidad un libro, en su interior descansaban dos rollos kilométricos. Sólo uno alcanzó a leer Ramón, antes de morir:
Felice los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de dos.
Felices los que son perseguidospor causa del bien, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos ustedes cuando por causa mía los maldigan , los persigan y les lavanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien seban que así trtaron a los profetas que hubo antes que ustedes.
Ramón sigo leyendo, reconocía cada una de las palabras que veía en el escrito, había leído cientos de veces la biblia, además, no sólo era un estudioso sacerdote, era un reconocido cristólogo dentro de la comunidad internacional. Pero pronto vendría su sorpresa:
"tomás, hay cosas que no puedo decir a la gente, no porque no quiera, es sólo porque ellos, en este instante, ahora, no lo entenderían, pero tus hermanos en 100. 200 o 1000 años, lo entenderán.No es un problema de inteligencia, no, tú lo podrías entender ahora, tu mente lleva en sí, información que es conocimiento adquirido en miles de años, en cada cuerpo hay parte de la vivencia de cada uno de quienes han estado en este mundo. La sangre que recorre tu venas, es el fluído de la vida, por ahí se desliza esa vida, y la vida, no es un algo que se pueda explicar con las palabras de la mente, tampoco sólo con las del corazón, la vida no se puede explica.
"Maestro", decíaTomás, mientras miraba los negros ojos de Jesús, porque no convences a la gente, de que siga el buen camino, porque vas a la confrontación. Jesús, porque no tengo miedo, respondió el maestro.
Eres hijo de Dios, pregunto un discípulo: sí, lo soy, como tú.
Jesús, tú eres Dios, porqué tienes que sufrir. Tomás, Dios, es una palabra humana, los hombres han hecho a Dios a su imagen y semejanza.Dios no quiere sacrificios, ni sufriminto, él quiere que seas feliz. Pero tu eres el hijo de Dios, tú mismo lo has dicho. Yo soy el hijo de Dios, y he exisitido desde siempre, y siempre estaré con ustedes. Pero eres carne, mi señor, cuál es la diferencia entre tú y yo.
Son más las similitudes que las diferencias: tú tienes miedo a la muerte, yo también, la diferencia es que yo acepto lo que venga, y como venga, no espero más de lo que Dios me quiera dar, no porque no quiera más, sino porque sé que él me da lo que necesito, aunque no siempre esté de acuerdo. |