A TRAVES DE UN BASTO OCEANO
(Para ikalinen)
Llego como escapado de un hermoso infierno ajeno a su historia.
Traía a cuestas el dolor del exiliado voluntario, y la esperanza del bienvenido.
-soy padre de una hermosa criatura, y me se amado-dijo, apenas le vimos llegar arrastrando las pesadas botas de los treinta y pico salpicadas en melancolía.
Sorias lo recibió primero, y con cansino paso y voz de tenor le mostró los encantos de parajes inhóspitos, rodeados de pantanos purulentos, castillos góticos, coros de cadáveres tumefactos y ojos delatores.
Le relato imágenes truculentas mientras el recién llegado sonreía con candor juvenil, embelesado por la voz sibilante de su interlocutor.
- gracias sorias- le dijo, y los dos se fundieron en un abrazo lleno de respeto y admiración.
Luego, pose una mano sobre el hombro del viajante y lo arrastre al ojo de la tormenta de los enigmas sin resolver. Le mostré el libro azul y sonrió comprendiendo.
Fijamos la vista en luces voladoras y le explique que todas no eran iguales, sino que muchas realidades intangibles viven entre nosotros.
Abrí una puerta interdimensional y deje que sus ojos fueran el receptáculo del alma.
- gracias…pero debo volver con los míos- nos hablo y en su mirada adivinamos una lagrima.
-hazlo amigo, fue y es tu decisión. Pero ten por seguro que las distancias no existen cuando nuestros espíritus vagan por el universo de lo no-físico_
El viajero comprendió, asintiendo con un leve gesto.
- ¿podré volver alguna vez?- pregunto con voz quebrada, mientras la nostalgia nublo su rostro.
- no – respondí con firmeza- realmente nunca te fuiste…subiste una gran escalera pero estas en la misma casa que nosotros, salvo que en distinta habitación- luego agregue buscando las palabras exactas- si necesitas que te escuchen: grita ¡que miles de voces te oímos, o si prefieres, deja que Hilario salga de tu corazón, que sin dudas lo oiremos-
- cuando quieras verme, atrévete a caminar por los pantanos innombrables, al claro de una luna plateada que iluminara un bosque tétrico, cargado de una pesada atmósfera de soledad y opresión…por esos lugares me hallaras buscando a los fantasmas de los poetas malditos- agrego sorias.
- me gustaría ser completamente feliz- termino diciendo, cargando sobre sus espaldas la pesada mochila de la realidad.
Nos miramos con sorias, y sonriendo entre dientes dijimos:
- ¿para que?-
Y los tres soltamos una carcajada que cruzo el basto océano.
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