Un siglo de incertidumbre Dos mares de pubertad Los ojos como dos euros El corazón de metal. Un despeñadero brusco Ciego y seco el lagrimal La piel, badana curtida, Manos frías, de metal. Torpes andares zancudos Desdentado su molar Se les escapó el alma Por la aguja de metal. El fuego hincha sus venas Con caballo singular Viven el infierno en vida Se convierten en metal.
Texto agregado el 20-12-2005, y leído por 299 visitantes. (12 votos)