Yo no quería ver como mi vida caía, cómo me hacía trizas, pero lo hice y ahora por tu culpa joven danzante, tendré que seguir viendo mi vida caer ante el sopor de la sordidez que llevo en mi calvario, en el suplicio de mis lágrimas inexistentes, aquellas lágrimas de angustia, de sangre, del veneno que me inyectaste cuando tus labios pronunciaron el adiós... desde aquella despidida no hago nada más que esperar el final, mi final, sentada bajo el especto de mi propio existir, ese maldito y condenado existir....
Mis lágrimas amargas y silenciosas, no hacen más que llamarte en la oscuridad, en las tinieblas de mi marchito corazón, ése que comparaste con una flor, ése que con el paso del tiempo no hizo más que oscurecerse, llenarse de odio hacia la vida, hacia mi, con el tiempo, aquel amor que te confesé sentir, se desvaneció, por tus caretas, por tu tortuosa indiferencia, por el sentir de mi alma y corazón, ahora sólo me queda olvidarte, guardar tu triste recuerdo en una caja de crital, mis ojos llorosos y en las sombras por siempre quedarán, pero ahora puedo decir, te amé, pero ya lo olvidé, me odié y lo haré hasta que las llamas del rencor dominen completamente mi sucia y olvidada alma, y así quemarme junto a las tinieblas de mi corazón, ése que alguna vez, mas que a nada te amó....
Adiós joven caminante,
Adiós, vida inerte,
Adiós, al demonio de mi corazón... Yo. |