El suelo arde
el eterno camino es volátil,
se evapora
ya es de noche
un pueblo perdido
hambre que se ve aplacada por la alegría de tener un refugio donde dormir
una casa con una pequeña capilla en frente
buscamos alimento
una lugareña sale y nos da la bienvenida con un banquete
un par de panes, un pate
y la belleza misma...
dos tomates rojos como sus labios
un bosque, una madriguera
la seguridad única te la dan las estrellas
que son el techo
una vez en el refugio miramos los tomates
daba pena destruirlos, magníficos.
los comimos como frutas, su dulce color y refrescante contextura embriagaba mas que el pisco que llevábamos a cuesta.
Texto agregado el 19-12-2005, y leído por 195
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Lectores Opinan
23-12-2005
A Paso Hondo llegamos a dar... ,con el sacrificio del caminante, eran pasos hondos. naranjopotente
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