II capitulo

Con un gran miedo que abarcó desde la garganta hasta sus entrañas, Aurora comenzó a caminar, acelerando el paso, como así su respiración. No tenía ni la más remota idea para donde dirigirse. Solo conocía las calles de su casa y el trabajo. El resto de la ciudad era un completo enigma para ella.
Se sentía observada, quizás por la expresión que tenía en el rostro o quizás porque era la única persona que corría por la gran Avenida. Entre los oficiales esto levantó sospechas.
Dos uniformados la llamaron, pero ella ya al borde del pánico por su reciente manifiesto de rebeldía no atinó a parar sus pies. Los policías aumentaron la velocidad e insistían en que se detuviera, más ella hizo caso omiso de la advertencia.
Empezó la persecución. El pelo largo y negro de Aurora se desplegó con el viento. Se deshizo de su cartera y de sus zapatos, que solo entorpecían a la mujer.
Deslizó su delgado cuerpo por un callejón que la llevaría al encuentro de una multitud de personas. Toda una aglomeración que quedaría impactada por la entrada triunfal de Aurora que calló de bruces al tropezarse con una viga que yacía en el piso.
Unos hombres intentaron ayudarla, pero se safó de sus manos para seguir huyendo al sentir las voces cercanas de los policías.
Su cara quedó cubierta de polvo, y sus rodillas quedaron sangrantes y débiles tras el desplome. No podía más…nunca había corrido tanto, y su agitado pecho le hacía imposible el respirar.
Dobló en un costado, y ante su espanto se encuentra encarcelada en un callejón sin salida. Cae en sus malheridas articulaciones, aumentando su angustia y esperando la reprimenda con la llegada de los oficiales. – ¿Qué me pasará?, ¿por qué hice esta locura?- gritó a los cuatro vientos, desgarrando su garganta y haciendo evidente su paradero.
Estaban a 5 pasos de la esquina, y ella expectante de las fuertes pisadas de los hombres siente como una mano que nacía de una oscuro rincón le tapa la boca, llevándola a su encuentro y la anega en aquella profunda y densa oscuridad
…
Continuará