Cielo de Tiempo Eterno
Y otra vez estoy aquí,
en la cumbre escalonada de esta montaña
de tormentosos pensamientos y de saberes olvidados.
Aquí estoy y escalo a cada minuto
el triste recuerdo que me trae el silencio.
Con su lúgubre sollozo, mi espanto se convierte
en ficción y mi calma se convierte en desolada madrugada,
no atrapo más que tiempos pasados, nostalgias,
melancolías y soledades.
Haz marchado de mi alma, como estrella fugaz que
traspasa la densa atmósfera y trasluce pedazos de polvo, polvo luminoso y cristalino, hoy convertido ya en brotes gigantescos de lágrimas amargas.
En el cielo, no veo más que aretes pendiendo
de una nada existente, y la luz de tu eterna sonrisa no es más que un vago recuerdo que se encarna en la sonrisa de aquel mar que se observa a lo lejos,
y refleja la luna como energía de amores históricamente muertos.
Un caobo en el otro extremo, observo:
se agita de manera caótica.
Con sus mecánicos y desesperados movimientos, me indica;
que la dalla de una sombra azulada se aproxima,
y que los remedios de un sabio chamán serán insuficientes para reponer ya, lo perteneciente a otro tiempo.
Marcha un hombre extraviado y encanecido por los caminos estrechos de esta lóbrega montaña de diluvios eternos, perdido en ella, su inmensa figura volverá al principio una, dos, tres, cuatro, cinco… mil y una vez,
Siempre cada vez, a los Cielos
de este tiempo eterno.
Autor:Carlos Gómez Luna
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