Un rayo de sol iluminó su cara empapada de agua mientras se levantaba de una pesadilla real y de un placentero sueño. Miró a sus dos lados con indiferencia, sabía que era afortunada, pero no sabia el por qué. Empezó a decir nombres al azar, nombres que quizás nunca estuvieron en el barco, y aunque hubieran estado, aún asi, tampoco responderian la llamada. Su pelo danzaba imitando el movimiento de las serpientes al arrastrarse llegando a tener vida propia, llegando a tener felicidad. Se apoyó en la barandilla para mirar el horizonte ufano y no ver nada. En otras circustancias aquello hubiera sido un fantástico paisaje, mejorado por una brisa fría matinal, pero en aquel momento no le entusiasmaba estar rodeada de un azul celestial cegador que recordaba el bello dia anterior. No sabía que sentía, habia perdido a sus amigos, a su novio, a ella quizás, y ningún agobio rodeaba la esperanza que tenia de salir de aquel barco.
Alrededor limpieza, parecia mentira lo ocurrido. Ni una mota de sangre en el suelo, en las barandillas, en las ventanas. Todo estaba puro. ¿Por qué seguir mirando el sol, las estrellas si llegaba la noche, hablando en verso como en cuento que nadie ha escrito?. Pensó en ello unos segundos, y olvidadas ya las esperanzas de salir de aquel barco: se fue. Tirandose al agua insípida sin saber que esa era su muerte mas odiada -obstruida su memoria por las ganas de volar- dedicó una ultima mirada al oasis cuando se sumergía escuchando desde lejos: ¡Laura!. Decian agonizantes unos labios blancos abordo: ¡Laura!. Y su amor murió en vida, su amor, y no su novio, murió más que otra cosa en ella, mientras burbujas que salian del fondo del mar mudas gritaban: Yo...también. Yo también te quiero. |