...No sé ni el lugar ni el tiempo...circunstancias o motivos...
solo recuerdo la caída, dolorosa...lenta y amarga, que me dejó inerte en aquél vació.
La soledad se hizo presente en forma de sombras que se ensañaban y jugaban con mis alas ya muertas. Las roían, despedazaban y arañaban. Dejándolas aun más inútiles de lo que estaban. Mientras ellos felices me escupían, yo anhelaba poder volar libre por el firmamento…una vez más.
…
Abrí mis ojos. No había nadie. Quise pararme, más mi pies y manos se encontraban atadas a la tierra. Me quitaron mis sueños, y hasta el cielo parecía más lejano que nunca. Grité para que alguien me oyera. Pero no sentí a nadie acercarse.
Desgarré mi garganta con sollozos y suplicas, más ninguna alma se apiadó de este ser.
Corría un viento frío, que trajo consigo todas las hojas del otoño. Me cubrió de polvo y barro, así como mis esperanzas de que alguien me reconociera y me encontrara.
-Todo esta perdido- susurré cuando decidí cerrar mis ojos…para siempre.
…
-Eh! Una luz- blanca y radiante luminosidad que cubrió cada rincón llenándolo de pureza y esplendor. Convirtiendo toda desesperación en una dulce sonrisa.
Algo se acercaba, sentí unos pasos. Pero tuve miedo. No quería que me hirieran más. No solo habían desgarrado mi cuerpo, sino también mi corazón.
Traté de huir, más el intento fue lo único que se movió, yo estaba paralizada.
Sentí como una mano tocó mi frente y como su infinita energía me liberó de toda atadura y suciedad. Más mi alas seguían extintas. Lloré por eso y una voz me dijo -eso lo curaremos con el tiempo- y por primera vez, después de tanto tiempo, pude ver. Y su hermosa sonrisa quedó grabada en mi mente para siempre. Me quedé abrazada a su pecho, y pude apreciar el latir presuroso de nuestros corazones –que es esto que siento?- pensé.
Me tomó entre sus brazos, y me sacó de aquel lugar. Me llevó a lo que el llamaba vida. No me prometió carencia de dolor o angustia, enojos y desconsuelo, pero si me prometió que como él no me amaría nadie, que el me protegería y que cuidaría mis alas para poder verme volar.
Contemplé su inocente mirada, sin manchas de maldad. Tomé su barbilla y le obsequié “mi beso”, mi vida, alma y corazón.
Y provista de un aura radiante subí hasta el cosmos siendo libre, pero ahora con un punto de regreso.
Bajé y le dije- me llamo Isil (Luna) y ahora tú serás mi Iluvë (mi todo)- y tomé su mano, para no soltarla jamás.
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