El Rey Melchor
Estábamos de excursión, unas pequeñas vacaciones de 7 días, junto a compañeros de trabajo de un sindicato.
Habíamos partido de Buenos Aires para recorrer unos 2.000 kilómetros rumbo a la Quebrada de Humahuaca y los Valles Calchaquíes en las norteñas provincias de Salta y Jujuy de Argentina.
Era un 5 de enero y esa noche iba a ser la “Noche de Reyes”, sería como las que venía viviendo desde hacia muchos años – es decir – no iba a tener “magia alguna”.
Estaba cansado. Las imágenes de lo vivido ese día pasaban sin cesar por mi mente: cerros, quebradas; en mis oídos aun retumbaban los sonidos y los ritmos musicales del altiplano: villancicos y carnavalitos en quenas, sikus, charangos, guitarras, violines,
cajas, ejecutados maravillosamente por los lugareños, vestidos con los tradicionales atuendos ancestrales.
Caminaba recorriendo la plaza frente a la Catedral salteña.
Reparé entonces frente a mi a una joven abuela, moderna y elegante, pero de sangre aborígen, que le leía a su nieta Ailiñ una revista infantil.
Ailiñ, rubiecita de flequillos lacios y cachetes rosados, bien acomodada en la falda de su abuela, escuchaba la maravillosa historia de los Reyes Magos.
Poco a poco fui comprendiendo que estaba siendo espectador de una escena única y exquisita. Algo hacia sonar en mi alma esas campanitas de mi infancia…..ja. ja. ja…….. a los 63 años ya remotas y olvidadas.-
…………y los Reyes Magos convirtieron el caballito de Azuad en un caballito de madera.
………..¿ De madera abuela ? … ¿ Como pudieron hacerlo ?....
………..Porque los Reyes eran magos……por eso !!!.....y así pudo ver Azuad cumplido el sueño de ser amado por un niño ya que los Reyes lo dejaron al lado de los zapatitos de Juan, quien justamente se los había pedido.
La niña estaba fascinada, además sus propias expectativas sobre esa noche iban en aumento.
…………¿ Que me traerán a mi abuela ? ¿ Cumplirán con mi pedido ?.....
¿ No será mejor haber pedido un caballito de madera, como Juan, el niño del cuento ?.
……… La abuela seguía leyendo……cada año, doce días después del nacimiento de
Jesús, los Reyes reparten juguetes a todos los niños del mundo………y Melchor, Gaspar y Baltazar que viajaron desde Oriente guiados por la estrella de Belén, le llevaron a Jesús tres regalos muy preciados en esa época: mirra, incienso y oro.
……….¿ Que es mirra, abuela ?
…………Una resina muy aromática, quiero decir una sustancia que al quemarse produce un perfume……
……….Ah ! – decía Ailiñ – no muy convencida con la respuesta y pensando seguramente que los Reyes no le iban a traer eso a ella, su pedido era una muñeca y unas castañuelas.
Lo que había escuchado hasta ahí me transportó a mis recuerdos de niño y a esas preguntas que solo el tiempo me respondió:
¿ Como harían los Reyes para transportar tantos juguetes en una noche ?
¿ Como es posible que entren en mi casa sin ser vistos ?
¿ Tendría esto que ver con portarse bien o portarse mal ?
Entonces decidí por esa noche convertirme en el REY MELCHOR.
No había advertido hasta ese momento las jugueterías y los negocios alrededor de la plaza salteña que estaban repletos de gente.
Asi fue que convertido en REY compré varios regalitos para mis compañeros de viaje, a los artesanos que habían desplegado e improvisado sus puestos de venta desde temprano.
Esperé ansiosamente la noche. Una vez que todos estuvieron ya dormidos en el hotel, deposité los regalos en la puerta de cada habitación. Todos eramos adultos y nadie había dejado los zapatos preparados.
A la mañana siguiente, en el desayuno, todos estaban sonrientes tratando de adivinar quien había sido el misterioso REY MAGO.
Yo me reí para mis adentros…ja …ja. (es un secreto que aun conservo).
Me sentí agradecido a esa abuela y a Ailiñ, que con su inocencia, me hicieron descubrir que es tan lindo recibir regalos de Reyes, como hacerlos, cualquiera sea la edad que tengamos.
Volver a ser niños fue la magia.
EL REY MELCHOR
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