Siempre he sido algo tímido con las mujeres, a pesar de que a mis 28 años he tenido muchas relaciones, me cuesta mucho hablarle a una mujer. En otros ámbitos de la vida tengo mucha personalidad, pero en lo que respecta a faldas, soy algo así como un niño que se esconde tras de su mamá.
Ayer hacia un calor de locos. Tuve que hacer unos trámites personales. En un principio iba en el auto de un tío, pero después lo tuve que ir a dejar a su trabajo, así que para devolverme hacia mi casa tendría que tomar una micro
.
Caminé lentamente presa del calor, tratando de ganar algo de la esquiva sombra de los árboles al costado de la vereda. En eso iba cuando de repente mis ojos se toparon con una figura monumental. Delante de mí unas caderas se balanceaban rítmicamente.
Apuré el paso para darle alcance. Se deslizaba como una diosa, llevaba un vestido colorido que caía desde su cadera, una polera de color verde musgo algo corta, que dejaba espacio entre el vestido, dejando ver su ombligo y una piel color canela. Un escote amplio asomaba sus bien formados pechos, no muy grandes pero de exquisita forma. Todo esto adornado por un multicolor collar, que reposaba pasivo en su cuello.
Su rostro era color canela con un tono bronceado. De estilizadas formas, no era un rostro dulce, más bien agresivo casi fiero. Acorde con su caminar seguro. Su cabello era color castaño que se dejaba seducir por el viento y flotaba suavemente. Lo malo fue que llevaba puestos unos lentes para sol que en un principio no me dejaron ver sus ojos.
Lo cierto fue que caminé lentamente unos pasos delante de ella. Llegué al paradero y me detuve para esperar la micro. Para suerte mía ella deslizo su hermoso cuerpo y se puso cerca de donde quedé yo. Obviamente esperando al igual otra micro. La verdad es que en dos ocasiones me miró, esto me dejó inquieto. Quería ver sus ojos.
Luego de unos minutos seguía esperando micro, disfrutando de la hermosa vista que tenia delante de mí.
De repente vi que venia mi micro caminé para tomarla. Pero que gran coincidencia la belleza iba camino a tomar la mismo micro. Como todo un caballero esperé que ella subiera antes que yo. Me senté muy cerca de su hermosa figura para poder verla.
La verdad de las cosas es que hoy aun tengo grabada esa imagen en mi mente. Al sentarse se saco los lentes, y quedé impresionado al ver aquellos ojos, eran de un verde que jamás había visto, intenso, profundos. Me miró y sentí que me estremecía, aquella mirada tenia la fuerza de una locomotora.
Miradas fugaces en el trayecto, lo cierto es que yo la miraba a escondidas y cuando ella me sorprendía yo bajaba la vista tímidamente.
Como hablarle, que decirle. Maldita timidez.
Dicen que todos tenemos un amor verdadero en la vida. Algunos lo logran, otros no.
No me gustaría saber que mi amor verdadero se fue en una micro sin que yo hiciera nada, no me gustaría saber que aquellos ojitos verdes serian el amor verdadero del que todos hablan.
Lo cierto es que me bajé de la micro sin decirle nada. Al bajar me miró y sonrió.
Yo caminé bajo el sol ardiente para mi casa, triste y enojado conmigo. Maldita timidez.
RODRIGO ALDUNE PINTO
aldbk@hotmail.com
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