Amanece y estás tú, distante y en mí
como las huellas que dejó la noche en las ventanas
después del frío.
Entonces te vuelves sol y cielo
en mi intento de imaginarte y volverte a acariciar
hasta quedarme ciego de ti y de tu silencio.
Gracias a ti estaré siempre despierto
enredado en los vaivenes
del murmullo de tu cuerpo junto al mío
cada vez que repita tu nombre
o me despierte en tu voz;
cuando la luna -tus ojos- deje de brillar
o cuando se agite el secreto que aguardan mis brazos
después que el fantasma incesante se vaya
por que aparece infinita tu luz
Beberé siempre tranquilo
de la energía de tu rostro claro,
manantial que refleja mi vida
en un espacio inconfundible
Nunca espero,
me canso de mirar el vacío de un recuerdo,
por eso te vivo cual si estuvieras conmigo.
Texto agregado el 15-12-2005, y leído por 159
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