Ese día amaneció extraño obscureció temprano, y tú y yo fuímos enterrados. La niebla comenzó a avanzar y la vida se desgarró en nuestras manos. No quiero dejar mi sueño pero la pesadilla aún sigue. No quiero perder nuestras alas pero la tormenta de esa noche las quebró.. Ese día no hubo instantes, sólo el pesado aliento de una sombra. La pieza, el dolor, el desgarro tú y yo nos matamos.. Entonces supe que ese día no sería más que un día y el amor se iría y dormiría su sueño lejano.
Texto agregado el 15-12-2005, y leído por 203 visitantes. (1 voto)