El 20 se junta con el monte y el río y las letras con el mar se unen en un solo nombre.
Isla negra, Septiembre 1973
Agonizando en su lecho se hallaba, ya no quedarían mas noche para escribir los versos mas tristes. Es cierto, la noche estaba estrellada, pero los astros apenas se veían a lo lejos. El verso comenzó a naufragar.
-Catalán, Háblame.-El viejo me hablaba casi sin voz-. Sé que queda poco.
-Que dices viejo, eso no puede ocurrir. Debes ser fuerte, como lo has sido siempre.
-Sé que duele, pero este barco debe partir a su último puerto.-siempre tan fuerte-.
Matilde no llores,
Oh tú, la que yo amo,
Pequeño grano rojo
De trigo,
Será dura la lucha,
La vida será dura
Pero vendrás conmigo.
Iñigo, ve a dormir, ya es demasiado tarde.
-pero viejo, jamás te dejaría sólo.
-Entonces siéntate cerca de mí para que hablemos.
-No logro entender tu calma.-Apenas podía contener mis lágrimas.
-Quiero ser feliz esta noche, cuéntame una historia, siempre has sido bueno para eso, pero por favor que no sea la misma de siempre, Hoy quiero algo especial.
-Bueno, espero que esta te guste. A mí me encanta.-
Ganaba algunas pesetas retratando en la Plaza Mayor. Madrid era un buen lugar para vivir hasta que comenzó la guerra. El general Francisco Franco luchaba por obtener el gobierno español.
Mi padre tenía una tienda de telas, trabajo que nos aseguró una buena infancia, pero por estos días no iba nada bien. Él se había hecho cargo de Arantxa y de mí cuando murió mi madre. Lo queríamos tanto.
-ojalá nunca hubiese salido la monarquía del poder.
-Papá necesitábamos un cambio, ya no somos medievales. Aunque pensándolo bien eso hubiera evitado este desastre.
Discusiones de este tipo eran comunes en la familia, nunca nos pusimos de acuerdo políticamente así que tratábamos de omitirlos mientras se pudiera.
El pueblo ya no concurría con la misma frecuencia a la plaza para retratarse. Sólo aparecían algunos turistas morbosos para plasmar en su fotografía la cara de sufrimiento madrileña. A veces pensaba dejar de pintar e irme a ayudar a mi padre con la tienda, pero que más se podría hacer allá, se sentaba más gente sobre mi silla que las que entraban por telas. Además yo solo quería ser un buen artista, nada mas.
Una tarde de mayo de 1939, cuando ya llevábamos casi tres años de conflicto, apareció un verdadero artista. Era un escritor, estaba de paso por España, era cónsul de Chile en Francia.
Se sentó en el escaño de la plaza.
-cómo te llamas
-Iñigo-dije con timidez.
-Iñigo, Iñigo, Iñigo...
Sentí un poco de vergüenza, por qué el poeta repetía tanto mi nombre.
-Así que eres pintor, Mi secretaria te recomendó, me dijo que eras el mejor pintor de Madrid si es que no de toda España.-Hablaba con mucha seguridad.
-No creo que el mejor, pero al menos eso intento.
-Pues bien, ahora me pintas y lo comprobamos.
Por primera vez no supe por donde comenzar, aquel sujeto tenía una nariz tan grande que lo mas fácil era hacer una caricatura, pero no, él quería un retrato. Podría haberle demostrado a un grande lo buen pintor que soy. Al fin no pude. Luego de treinta minutos logré un retrato tan malo, eso creí por lo menos. Muy extrañamente el poeta lo encontró buenísimo y pagó las 100 pesetas que costaba. Hablamos un rato y se fue.
-Nos vemos catalán.
Pensé que no lo vería nunca mas.
Pasé por una pieza de pan al almacén de Manolo, un amigo de la infancia. Pregunté por su madre, hace un tiempo que lidiaba con una extraña enfermedad. Los médicos no daban muchas esperanzas. Manuel decía que luego de la muerte de su padre en la guerra estaba preparado para lo que viniera. Nunca le asustó nada, desde niños siempre fue el mas valiente, era el que no temía a la oscuridad ni se asustaba con las historias que su padre nos contaba. Creo que siempre envidie su fortaleza. Siempre será mi hermano mayor.
-Arantxa, donde está mi padre.
-aun no llega. Hoy llegaba al puerto un cargamento de tela desde Roma.-Siempre se atrasaba por lo mismo-. La tortilla de patatas está lista, cenaremos solos.
-Ya no sé para que compra mas telas, a esa tienda no entra nadie.
Esa tarde retraté a Adela. Habíamos sido compañeros en la escuela. Era tan hermosa que ninguna copia de su rostro era comparable con el propia. A ella le pareció grandioso a mi horrible.
-Qué me pasa, todo lo que hago me parece pésimo.- Me había repetido esa frase toda la mañana.
-será que te has vuelto humano.
Era el poeta, qué hacía aquí.
-Qué dices.- Éste hombre me sorprendía.
-Los humanos no logran apreciar nada, sólo los artistas tienen la capacidad de sentir con una obra. Si has ido al teatro te debes haber dado cuenta que mas de la mitad de los asistentes se quedan solo con lo que ven y no se dan cuenta del trasfondo de la obra.-Me hablaba como si fuéramos amigos de la infancia.-Te traje un regalo, el otro día dijiste que querías ser el mejor pintor de España, ¿verdad?. Sin embargo lo viste con ojo humano.
-sí, la verdad no ha sido de los mejores que he hecho.
-Bueno acá te dejo un libro que escribí hace un tiempo. Los periodistas lo criticaron mucho, a pesar de eso se volvió un éxito en Chile.
Se fue, me dejó pensando y se fue. ¡Qué sabio era éste viejo!.
Con un grupo de amigos aristas editábamos una revista en contra de la guerra. Muchas veces vimos a militares romper los ejemplares que giraban en las calles.
-Sé que te buscaran.-Mi hermana estaba muy angustiada.
-Arantxa, por qué me buscarían, alguien conoce a Iñigo Sánchez.
-Los que te rodean, además tienen poder. Cuánto les costará buscar los nombres de los que editan la revista.
-Hermana hay ciento de revistas iguales.
-pues entonces van a buscar a todos y cada uno de los revolucionarios.
Manolo también participaba de la revista, de hecho era el que mayor tiempo otorgaba a escribir columnas, las que luego me hacia corregir.
Se oían rumores de que la guerra había finalizado, rumores que fueron acrecentando cada vez con mas fuerza, hasta que se supo. Los franquistas habían ganado.
Esa misma tarde llegó el pota, venía algo acelerado.
-Catalán, los de Franco te están buscando. Les pedí a unos amigos que me enviaran a Francia la lista de los fugitivos políticos. Te buscan Iñigo.
-¡Maldición, no puede ser!.
-Bueno, estoy haciendo gestiones. El gobierno francés me dará un barco que los refugiará en Chile.
-¡Chile, que voy a hacer en el fin del mundo!. España es mi patria, no me pueden prohibir estar aquí.
-¿Prefieres quedarte en España retratando cadáveres?. Zarpamos en veinte días. Piénsalo.
El poeta tenía razón, me matarían. Ya habían muerto muchos, que mas daría hacer desaparecer a Iñigo Sánchez.
-Hijo, debes irte. Nunca estuve de acuerdo con tu revista, pero no puedo verte muerto.
Terminé por aceptar, le envié una carta al poeta para enterarlo. Cómo se le escribiría a un poeta, él escribía tan bien...
-Cómo puedo estar pensando en eso, que mas da como le escriba, lo importante es estar a salvo.
Comencé.
Agosto, 1939.
Don Pablo:
Luego de analizar mi situación decidí aceptar su propuesta.
Le ruego me ayude.
Atentamente.
Iñigo Sánchez.
Una semana mas tarde apareció un hombre. Tenía acento Francés. Preguntó por el pintor
-Soy yo.-Me pareció extraño, jamás recibía visita.
-Me envía el poeta.
-¡Don pablo Neruda!.-Claro, había leído mi carta ya.
-¡Calla hombre! En donde estés encontrarás enemigos.
-Pasa.
-El 3 de septiembre parte el barco desde Burgos. No debes tardar, todo será muy rápido.
-Está bien, pero dime cuantos vamos.-Estaba muy impaciente.
-No lo sé. Me tengo que ir. bon Voyage.
-Gracias amigo.
Comencé los preparativos, fui donde Manolo a comprar provisiones para el viaje. Le conté todo, él era una de las pocas personas en las que podía confiar.
-Te voy a extrañar hermano.
-Puedes venir conmigo, no creo que haya problemas, además a ti también te deben estar buscando.
-Y mi madre con quien la dejo, además ya está a punto de morir. Quiero estar con ella.
Fue como una señal, al día siguiente la encontraron tiesa en su cama. Luego de dos años enferma muere justo en el momento preciso. Fuimos al funeral Arantxa y yo, mi padre debía ir a la tienda. La ceremonia fue muy discreta, llegamos, rezaron, bajaron el ataúd, lanzaron flores y ya.
-Ahora que tu madre no está te irás conmigo, supongo.
-No lo sé, además aun no me dices para donde va el barco.
-A Chile, el país del poeta.
Me despedí de mi padre, lo amaba. Arantxa lloraba en un rincón.
-No quiero que te vayas- me decía sin levantar la vista del suelo.
Manolo había llegado temprano a mi casa. Parecía que toda su tienda iba en su maleta.
-Vamos ya, es tarde.
Abracé a Arantxa, mi padre no pudo con la emoción, se fue a recostar.
Salimos en un mar de lágrimas rumbo a la estación de trenes. Tomaríamos el ferrocarril a Soria y luego Burgos.
-Tranquilízate.
Él quería que me tranquilizara, claro como su madre ya no estaba no tenía a quien extrañar. Yo dejaba atrás una vida entera, ya no vería ni a mi padre ni a Arantxa.
En la estación había un guardia revisando los boletos. Manolo dio el suyo. El hombre lo quedó mirando.
-Así que Manuel Quezada. Debes acompañarme.
Claro, el también aparecía en esa lista que me habló el poeta.
Encontré una puerta tras del tren, logré colarme hasta el puesto que estaba vacío. Por la ventana logre distinguir el rostro de manolo, lo metían en un auto. ¡Carajo, lo habían cogido!.
El viaje a Soria fue algo agotador. No fue tanto tiempo, pero fue muy duro. Me entretenía retratando los niños que pasaban cerca de mí. Como les regalaba las pinturas comenzaron a llegar sus padres para que los dibujara, así logre juntar algunas pesetas.
Llegamos a Soria a las 8:00 de la mañana, debía esperar una hora para partir a Burgos. Con el dinero que gané en el tren fui a comer a un restaurante. Desayuné un plato exquisito. No me di cuenta como pasaba la hora. Al pedir la cuenta ya había estado 45 minutos comiendo.
Partí corriendo, casi no alcanzo el tren, un alboroto de gente retrazó mi paso.
Este tren era mas pequeño que el anterior, apenas cabía la maleta a mi lado. No teníamos habitaciones, era un trayecto mas corto.
Llegué al puerto a la hora justa. Busque al poeta.
-Iñigo, creí que te arrepentías.
-No, pero casi no llego. En Madrid detuvieron a mi amigo, yo alcancé a huir.
-Gracias al cielo. Anda sube ya que debemos partir.
Había dentro cerca de 2000 hombres, atrás dejaban toda una vida. Uno hasta me contó que dejaba un hijo recién parido. Pensándolo bien oyera un afortunado al lado de estos tipos.
-Y entonces que te parece el Winnipeg.
-¿Winnipeg, qué es eso?.
-Winnipeg es el nombre del barco hombre, acaso creías que no lo íbamos a bautizar.
¿Tienes hambre?.
-Un poco, las cosas que traíamos para comer iban en la maleta de manolo. Pobrecito de él.
-No te preocupes tanto, mandaré una carta a mis informante para averiguar algo.
Pasábamos tardes enteras conversando. Me di cuenta que al final todos los artistas, sin importar la rama, tenemos en común la forma de ver la vida. Es esa belleza que el artista puede hallar.
El poeta miraba el mar.
-Te has dado cuenta que aquí el mar y el cielo son como hermanos.
-cómo es eso Don Pablo
-No vez el horizonte, el cielo se une con el mar en una sola línea.
-Es cierto, la verdad nunca me había detenido a observarlo.
-Hay tantas cosas que las personas no ven. Iñigo, no permitas que tus ojos se vuelvan humanos.
Por fin llegamos a tierra. No nos esperaban en el puerto como imaginé. Al parecer nuestra llegada no era un gran acontecimiento en Chile.
-Don pablo, aquí somos ilegales, qué vamos a hacer.
-Aún no lo sé, son mas de 2000 personas. Al menos a ti no te faltará nacionalidad.
Y no me faltó, a los tres días llegó a la pensión en la que me hospedaba.
-Mira lo que te traigo. El carnet que te acredita como ciudadano chileno.
-Muchas gracias, ahora podré buscar un trabajo. Pero lo único que sé hacer es pintar.
-Pues pinta entonces. Es la única forma que puedan conocer tu trabajo.
-Esa es la historia de cómo llegue a este país tan lejano y desconocido ayudado por ti viejo. Siempre te estaré muy agradecido.
-Sigue, sigue Catalán, sígueme contando la historia.
Retratando y haciendo a veces de chofer logré comprar una casa junto al mar. Me fue tan bien pintando que hasta comencé a hacer exposiciones.
El viejo me visitaba a menudo. Nos habíamos hecho tan amigos. De hecho él me presentó a mi esposa.
Una tarde llegó a mi casa con una joven.
-Te presento a Vea, una sobrina de mi mujer.
La saludé un poco nervioso, era tan bella.
-Hola-me dijo. Su voz era realmente una melodía. Si su rostro era bello, su voz el doble. Me quedé pasmado ante tanta hermosura.
-No nos vas a dejar pasar.
-Disculpa Pablo. Pasa, pasa. Siéntate, ¿Algo de tomar?.
-Vino, como siempre.
La estuve cortejando durante unos meses hasta que me aceptó y nos casamos. Fue una boda bastante sencilla. No teníamos mucha gente a la cual invitar. Por mi lado iban Pablo y su esposa, por el suyo también. Ni siquiera sus padres estaban vivos y era hija única. Fuimos muy felices. Aunque nunca pudimos tener hijos era una mujer maravillosa. Tiempo después moriría de cáncer.
Llevaba mas o menos treinta años en Chile cuando a Pablo me contó que el partido lo había nombrado precandidato a la presidencia. Por este tiempo de español no me quedaba ni el acento.
-El partido me nombró para representar al Frente popular.
-No será peligroso, recuerda lo que pasó en España con eso del socialismo.
-No te preocupes, Aquí es totalmente distinto.
Se entretuvo bastante tiempo con eso de ser presidente. Trataba de imaginarlo con una bandita tricolor en el pecho, me daba risa.
Luego de una gira por el país se presentó en mi casa. Traía la cara triste.
-Me quitaron la candidatura.
-pero por qué.
-Allende tiene mas posibilidades que yo. Pero da igual eso ahora, lo que me preocupa es haber perdido un libro que le iba a regalar a Matilde en su cumpleaños.
-Viejo comenzaba a preocuparme.
Al final su partido ganó la presidencia. Celebró en el bar casi un mes hasta que Matilde comenzó a enfadarse.
En 1971 mi viejo ganó el Nóbel de Literatura, algo histórico para este país.
-Iñigo, quiero que me acompañes a Suecia para la ceremonia.
-Será un honor.
Esta vez el viaje no fue en barco como el que habíamos hecho treinta años atrás sino que en avión, por supuesto nos demoramos veinte veces menos que aquella travesía.
Volvía a Europa luego de tanto tiempo. Casi había olvidado lo frío que era por aquí.
Recibió el premio, dio su discurso y nos fuimos al hotel.
-Iñigo, estamos a pocas horas de España. Quieres que pasemos a ver a Arantxa.
-Hace tanto que no la veo, quizás no la reconozca.
Caminé por mi viejo barrio, la mayor había cambiado tanto. Tuve que entrar al país con un nombre falso, por estos días Franco seguía en el poder. No creo que siguieran buscando a Iñigo Sánchez, pero por si las moscas...
Llegamos a la casita en la que pasé mi niñez, ni siquiera sabía si mi hermana seguía viviendo allí.
-Buenos día, ¿Buscas a alguien?.
-¿Arantxa aún vive aquí?.
-Sí, yo soy su esposo, ¿Tú quién eres?.
No alcancé a contestar cuando vi la imagen de una mujer vieja y tosca, A su lado un muchacho de unos veinte años. Era mi hermana, cuanto había cambiado.
-¿Iñigo?.
-No contesté, corrí a abrazarla como cuando éramos niños.
-Éste es mi hijo- señaló al muchacho que estaba a su lado. No sabía que ya era tío.
-¿Por qué ya no me escribiste mas?.
-Pensé que te habías olvidado de mí.
-Cómo podría olvidar a la mujer que más amo en el mundo.
Pasamos toda la tarde contando treinta años de historia. Arantxa ni siquiera sabía que yo m había casado y que hasta era viudo.
-Me tengo que ir ya.
-Te quiero.
-Yo también hermana. Cuando quieras me vas a ver a Chile.
-Lo intentaré. Adiós- Esta vez no lloró.
En el avión mi viejo comenzó a sentir un dolor fuertísimo. Aunque no le impidió agradecer su premio al país en el Estadio Nacional.
-Anda al médico, estás igual que cuando Vea empezó con sus dolores, y ya vez, está diez metros bajo tierra.
-Sí, sí iré, pero ya déjame en paz, no te pongas como Matilde.
Un cáncer fue el diagnóstico, tuvo que lidiar casi dos años con él.
El 11 de septiembre de 1973 un golpe de Estado acabó con el gobierno. Mi viejo se enteró que su casa de Santiago había sido saqueada. Empeoró.
-Hoy estás aquí, luchando por tu vida, ¿no es cierto?.
¡viejo!, ¡viejo!.
La luz se había apagado ya, Comenzaba un nuevo viaje en su vida, ésta vez no tuve pasajes para acompañarte.
|