Se va.
- Decime la verdad! Gritaba mientras tiraba enfurecido las puertas por las ventanas , y juntaba en un solo garrote despiadado el piso con el techo.
- Decime la verdad!, aullaba mientras mascaba los cajones de la cómoda y los escupía adentro del ropero.
- No podría soportar otra cosa más que la verdad, repitió poniendo los bolsos en las medias, las medias en la billetera y la billetera en un bolsillo pequeñito del saco.
- Sin la verdad esto no se va a pasar, entendés? Y se golpeaba el pecho contra la cabeza y se mesaba los cabellos con las tripas y las piernas le temblaban en el mentón enloquecido.
- Me usaste, me traicionaste, me rompiste el corazón, y su corazón era esa copa frágil que se estrellaba en el aire abrupto del final.
- Me siento nada y menos que nadie, gemía llameando sobre las sábanas perdidas.
- Lo que odio de vos es el engaño, le gritaba la boca a sus espaldas.
- Bueno, no te escuché, no te oí , sé más clara con los boludos, sus dedos acusadores señalaban esa distancia ínfima entra una letra y otra.
- Pero, la verdad, creo que no te estoy pidiendo tanto, arañaba con los ojos el fondo de la mirada, arrancandose luces del pecho para cambiar las bombitas antes de irse.
- Qué poco te costó hacerme doler, reprochó creyendo que perfidia era el nombre de la víbora que ella era, y amor el último estadio de una enfermedad eterna.
- Te vas a arrepentir, y arrepentimiento era una cascada de piedras rotas y filosas, de piedras primitivas donde enterrarla.
- no sé cómo seguir, no se como voy a seguir, se lamentó. Y lo curioso es que la alfombra ya volaba cercana al horizonte arrastrando su cuerpo incomprensible.
|