Noches enteras mirando la estrellas, noches sin luna, con sabor amargo a miel seca, la miel seca del recuerdo, contemplando un poco del infierno, mirando el infierno, soñando perdida yo también en un bote, llorando por la noches, enmudeciendo al querer ir algo en este mundo.
Noches enteras durmiendo soñando que la vida es sueño, mirando los gatos blancos y negros que no pasan nunca cerca de mi tejado, como trastorno abandonado incluso por casualidad si es que así se puede decir.
Noches con aves que escriben criticas de mi cabeza, que cantan canciones como si fuesen musas, y yo, y yo, meto la cabeza, no quiero hablar más.
Aves que por un instante son caracoles y moscas, yo los puedo atrapar, los puedo exterminar de mi creación, de mi avitacion y cerrar las ventanas, y estando ellos fuera se transforman en tenores, que de colores fuxia y algo verde se opierden se pierden, se loa como una serpiente en la noche eterna, y en el infierno crece una flor, la serpiente sabe que eso no algo muy bueno, así que hace una excepción y se la come, con mis miedos fuera de la flor.
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