Impulsado por el viento, escapo.
De costumbres ajenas
que pueblan mi mente
sin siquiera pedir permiso.
Solo viajan por el aire
buscando me descuide.
Alli flotan, suspendidas
por un sortilegio extraño
que desconozco,
pero que me tiene alerta,
sobre todo al atardecer,
instante en que se hacen fuertes
¿o yo mas débil?
Aun cerrando mis ojos,
se mantienen esperando,
insisitiendo una y otra vez.
Disfrazados,
entre mensajes silenciosos,
inocentes,
y sin darme cuenta,
comienzan,
a gobernar mis actos.
Prometiéndome alegrías eternas,
con promesas falsas.
Promesas que se vuelven
carcajadas pasajeras,
efímeras,
como la vida de una ola.
Y sin embargo,
aun conociendo sus propositos,
en sus palabras me confundo,
y caigo, enredado.
Ahora el viento es mi aliado,
en esta fuga, de influencias,
que en mi no quiero. |