En la soledad de mi cuarto rodeado de nadie
añoro otros días que fueron menos tristes
contemplando la poca felicidad que portan los
nuevos.
La compañía de mi fiel botella resulta insuficiente
y aumenta esta sensación angustiosa de soledad
embriagándome con pequeños susurros silenciosos.
El cenicero resulta un mal conversador
que escucha sin siquiera abrir la boca
en espera de apagar el próximo cigarrillo.
Los libros que otros días compartieron sus historias
hoy parecen desganados y aburridos en el estante
negándome la compañía de sus páginas.
La radio llora canciones que me traen recuerdos
que me dicen el por qué de mi malestar.
Canciones que mi subconsciente hace suyas
arrancándome lágrimas con cada palabra.
Mi corazón intenta abrirse camino hacía la luz
y me pide ayuda desesperado
yo no puedo más que contemplar su inútil lucha
por alcanzar lo que una vez le prometí,
en otros días que fueron menos tristes.