Las ruedas que evitaban el caer de la bicicleta
rodaron como los limones del bowling.

Los años que envejecen dijeron 'qué te pasa'
y dieron vuelta a la página en donde escribo.

Los parques olvidados a la vuelta de casa
aún no encuentran sus nombres inventados.

Y en la orilla de una esquina espero lo que fue,
a lado de mi bicicleta compañera y un tren.

Me quedan todavía las tardes en el jardín angosto
y soplar las velitas el quinto día del mes de agosto.

Aún no olvido los cuentos que contabas a las tres,
y había uno que se trataba de un dorado pez.

Son memorias.
Son memorias.
Es tu historia.
Es mi historia.

Las ruedas que evitaban el caer de la bicicleta,
y si tu ya no estás, ¿quién evita que caiga yo?