Por años, largos e incontables, me he visto sometido a esta rutina amarga y solitaria. He vagado por los oscuros rincones de mi ciudad, esperando que un pequeño haz de luz quiebre los oscuros cristales que me confinan a estas tinieblas. He recorrido por noches enteras, y quizás más largas, los secretos pasajes de mil plegarias, deseando que algún dios se apiade de mi triste y monótona existencia. Pero es inútil, continúo junto a mi soledad, contemplando el amor florecer en cada esquina y esquivar la senda que le conduciría a mi ansiado encuentro.
No puede ser, no soporto la idea de llegar al fin de mi existencia convertido en un anacoreta amargado. Esto debería cambiar algún día mas no creo haber cometido tantos pecados como para ser castigado con esta maldición.
OH, si sólo hubiese un instante en mi vida que rompiese tan insoportable monotonía, si por lo menos se me concediese la oportunidad de contemplar por un segundo mi futuro sabría si toda esta espera vale la pena, o si es mejor acabar con ella de una vez.
Soñar no es difícil, te veo aparecer por la calle y correr hacia mis brazos pidiéndome te ame por siempre. Te beso y la verdadera pesadilla comienza otra vez: despierto a la realidad (cruel), aquella con la que he convivido por largos años, acostumbrándome incluso a su nauseabundo sabor.
Pero qué sucedería si por fin todo esto terminase, ¿si después de años de vegetarianismo decides comenzar de una vez a comer carne? Creo es el temor a lo desconocido, a la felicidad, lo que me aparta y escuda amortajando mi vida, alejándola de las manos que por último me acariciarán con el sabor del amor. Pero no puedo aceptarlo, no sin sentirme preparado para enfrentar tan difícil y hasta quizás efímero futuro. No debo permitirme caer por en segundo y ser aplastado por la debilidad de entregarme a cualquiera, pues bien se que mi futuro está escrito y si es vivir en la absoluta soledad lo prefiero a ser lastimado por alguien que finalmente no recordará ni mi nombre.
Todo se presenta ante mí como un centellante y anormal recuerdo, evocando las sensaciones más primordiales y descarriadas que llevamos en nuestro interior y son inherentes a la raza humana, el miedo y la incertidumbre.
Describir aquellos instantes será una ardua tarea, distinguir entre qué fue un sueño y qué no, aclarar cual es el punto donde estas dos líneas se separan me parece imposible.
Es que, imagina que tu mas anhelado deseo por fin se convierte en realidad, que ese mas fantástico e inconcebible uno de estos días aparece frente a tus narices convertido en una realidad tangible y material. Creo que es para desquiciar a cualquiera, sobre todo si tomamos en cuenta la anormal probabilidad de que ello se llegue a concretar.
Sí acepto que es una locura pensar en ello, mejor voy a apagar la luz y seguiré durmiendo. |