He de reunirme hoy contigo. No es fácil comenzar este final, menos besar suave tus labios, los míos se han perdido en un beso que no he dado. El viento cambió de rumbo, se perdió entre quebradas y cerros, guía recto los sentimientos que encenderán los fuegos. ¿Por qué ahora? - me preguntas - Pues es hermoso el universo, cuando lo ves reflejado en el brillo de sus ojos. Se me clavan en la carne las ganas, se me sonroja el alma desnuda. Pido al tiempo que gire rápido los momentos, que los extraiga, que me contenga hasta que su corazón este limpio de penas. Mientras aguardo sereno, aunque el fuego haga llagas sobre mi piel dispuesta, pienso en el abrazo de sus piernas.
Debo dejar todo aquello que le quita fuerzas al amor pleno, amores de niño que crecieron con el tiempo, pasiones fugaces que dejaron piedra lava en mi cuerpo, esperanzas equivocadas del amor duradero, compañías gentiles de contemplación y añoranza. Me despojo también de los miedos, de la barrera que me impidió amarte antes, de las excusas para decir que no eres perfecta, de la pasividad que me prohibió besarte, tomarte entre mis brazos, fusionarte con mi cuerpo. Me despido para siempre de los secretos y de las noches siguiendo la luna entre la niebla.
Te invoco, virgen de mis sueños a meditar mis palabras, a preparar tu corazón para recibir las llamas de nuestro encuentro. Te pido, templanza para entender mí caminar lento, los lamentos, cobija en tu pecho la humedad de las lágrimas que buscan tu alma. Voy en camino recto a matar tus penas y hacerte perder el aliento, a morder tu cuello y refrescar tu cuerpo, voy como la luna por la noche bañando tus ganas, en el mar sereno encontrarás refugio para botar de tu mente cada tormento, te acompañaré en silencio, mis ojos penetrarán tu piel y anidarán mis besos.
Le hablo al tiempo, a los recuerdos, a los presentes que se fueron y a los futuros superfluos, a ese amor cierto de los momentos que quedan fuera de este nuevo tiempo.
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