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Su cabecita asomó sin previo aviso por encima del asiento delantero, con sus manitas asiéndose al reposacabezas. Primero miró a cada uno de mis compañeros de viaje: un señor con chaqueta y corbata que sudaba por los cuatro costados; una señora mayor que no paraba de hablar con otra mas joven, que estaba sentada al otro lado del pasillo y otro señor con corbata junto a la ventanilla del lado izquierdo. Al final, sus ojillos celestes que miraban burlonamente desde detrás de varios mechones de cabello rubio se fijaron en mí. Indudablemente me había elegido, aún no sabía para qué, pero la designación ya había tenido lugar; quedaba claro. Y así me lo hizo saber manteniendo la mirada durante unos segundos y esbozando una sonrisa como solo puede hacerlo una niña de cuatro años.

Me saludó con un “hola” extrovertido, para seguidamente preguntarme a bocajarro si me molestaba. “¿Porque me ibas a molestar?” le contesté. Desapareció después tras el respaldo, echando antes una última mirada mientras su padre la urgía para abrocharse el cinturón. Antes de quedar atrapada entre la correa y unos cojines suplementarios y pese a la colaboración que una azafata prestaba a su padre; aun pudo escurrirse un par de veces para volverse a asomar, me imagino que para comprobar si su víctima seguía en el mismo lugar o si había conseguido escapar a otro asiento fuera de su alcance. La segunda de ellas me informo vehementemente de que no tenía ningún miedo y que además le gustaban los aviones.

Una vez realizado el despegue, la niña acudió presurosa a la cita que unilateralmente había concertado. Ignorando por completo los arrumacos que le ofrecía la señora mayor de mi fila y la escenificación por mi parte de un profundo sueño, se presentó somera pero formalmente: “Ella era Isabel, había cumplido cuatro años, no tenía hermanos y como el único niño que había visto en el avión era demasiado pequeño y su padre leía el periódico, buscaba alguien para hablar”. Dijo de corrido y enseñando al mismo tiempo una perfecta sarta de dientecillos blancos. Terminadas de dejar establecidas las bases de lo que iba a dar de si nuestra relación, comenzó a someterme a un interrogatorio completo. Algo frustrante..., ya que debido al tono infantil y divertido de su voz; y lo certero e inusual de sus interpelaciones teniendo en cuenta su edad; buena parte del pasaje se hallaba pendiente de nuestra conversación; así ellos quedaban también puntualmente informados de mi nombre, edad, domicilio, estado civil, mi afición a la Coca cola y la marca y modelo de mi coche...

Las protestas de su padre, que no hacia mas que decirle “deja tranquilo a ese señor que le vas a dar el día...”, fueron rápidamente acalladas cuando ella me pidió que la perdonara un momento e hizo ademán de sentarse para hablarle cara a cara... me la imagino clavando aquellos ojos azul claro en los de su pobre padre. La oí decir detrás de los asientos: .- “Soy una niña de cuatro años y no puedo quedarme quieta dos horas metida en este avión mientras tu lees el periódico”. “Además a este señor no le molesto” “¿O es que no lo has escuchado cuando lo ha dicho?. Un guiño por parte de su progenitor y un asentimiento por la mía, que no pasaron desapercibidos para ella, terminaron con la disputa.

Solucionado el engorroso asunto de las protestas de papá, Isabel, que ya me había informado a esas alturas de que no debía llamarla Isabelita o me tendría que atener a las consecuencias; no paró de hablar en todo el rato. Me contó que la llevaban con su madre; que había pasado el verano con su papá; me dijo que le gustaba mi camisa y me pidió opinión sobre el bordado de sus vaqueros, a pesar de que para enseñármelos tuvo que apoyar una pierna en la cabeza de su sufrido papá.

Me ofreció un cuento, varios caramelos y pidió una Cocacola “como ese señor de las barbas” dijo…. También se rió de mi, porque no me habían puesto pajita y a ella sí... y me aconsejó que no comiera los cacahuetes, que estaban pasados y ella comía muchos cacahuetes y entendía del tema. Después me sugirió la necesidad de perder unos kilitos y cuando el señor de la chaqueta de mi lado no pudo contener la risa, le espetó enfadada que dejara la risa porque a el le hacía aun mas falta.

Cuando agitó sus manitas despidiéndose para el aterrizaje sentí pena. Aterrizábamos ya…no me gustó la idea. ¡¡Mierda de vuelo!! Estos aviones corren demasiado.

Isabel se aleja cogida de la mano de su papá, no deja de mirarme, agitar la mano y tirar besos por el pasillo. El impresentable enchaquetado y apestoso que estaba a mi lado intentaba sacar infructuosamente del compartimiento superior una especie de maletón que debiera haber facturado en vez de encajarlo allí, machacando mochilas que caben en cualquier sitio y pequeños y delicados paquetitos con recuerdos de cualquiera sabe que lugar…, del mismo modo que machacaba mis ganas de despedirme de Isabel, plantado sudoroso y ridículo en medio del corredor tirando de su enorme, preciado y no facturado equipaje.

Ya he recogido mi maleta, que yo si facturé, por educación y por decencia…Isabel solo es un sueño que se va desvaneciendo. La gente se abraza a la entrada de la terminal, yo busco las llaves del coche en mi mochila aplastada… Isabel se abrazó a una de mis piernas, Isabel me esperaba junto a su padre… “eres muy bajito” me dijo la grandísima bruja…me dio un beso pegajoso que olía a caramelo de mandarina; su papá también me dio una pegajosa pero amistosa mano, fruto de los mismos caramelos. Me presentó a su mamá a su tata y a su tío Andrés, mientras los señalaba con el dedo entre la multitud; otro beso, no se como hizo, pero éste olía a menta…y se fue, se deslizó suave pero corriendo hasta los brazos de su tata, Se alejó desde allí con su dedo apuntándome, contándole a saber que maravillas. El volante está pegajoso, iba a fumar, pero prefiero coger un caramelo. Isabel, te voy a echar de menos…

Texto agregado el 03-11-2003, y leído por 826 visitantes. (23 votos)


Lectores Opinan
27-01-2009 me encanto, me recuerda mi sobrina habladora y que sabe poner en su sitio a cualqueira...bello texto. lisinka
27-01-2005 "Cráneo privilegiado"... recuerdo que solía repetir uno de los personajes de Valle en...¿Luces de Bohemia? Quizá, hombre anticipativo, se refería, ni más ni menos, que a ti. Enhorabuena maestro...y cinco (mil) estrellas. akim
22-07-2004 Dicen que cuando algo es demasiado dulce, empalaga. Dicen que si comes demasiados caramelos, luego duele la barriga (y yo se lo repito a mis niños). Por la misma regla de tres, supongo que me debería haber empachado después de haber leído este texto. Pero no. Muy al contrario, me dio apetito. Supongo que será cosa de la magia de las letras. Algo que tu manejas a la perfección. Siempre he pensado que uno de los retos más difíciles es saber captar con pureza la lógica de un niño. Tu lo lograste. Sólo me queda volverlo a leer (pero esta vez, con un chupachups a mano). Gracias por dejarnos leer esto. Es una joya. Un besazo. anapolar
12-05-2004 tan DULCE como Isabel, como los caramelos, como siempre... que me ha gustado, muchísimo, digo luna-lunera
12-02-2004 Me gustó muchísimo tu relato, debes de ser un buen tío, porque desgraciadamente para muchos los niños no se equivocan. Ellos en su inocencia tienen un sexto sentido para detectar a las buenas y malas personas. Un abrazo pinocho
08-01-2004 está muy bien, pero al final te difuminas tembloroso de su término. Ojo, que a mí también me ocurriría. Y con peor maestría, sin duda. Un placer. (pero no te creas nada de lo que dije! -coño, se me acaba de ocurrir una historia para escribir... la llamaré 'el servicio'- en serio, me voy a escribir) doratar
05-12-2003 Lo tuyo con los sentidos tradicionalmente considerados inferiores es carne de diván. Al terminar, yo misma me sentía pegajosa, y la boca me sabía a menta, y el teclado me olía a mandarina. Tienes una muy particular visión de la infancia, pero tengo que leerte más para poder ponerle otros adjetivos. ceboncita
24-11-2003 Definitivamente, de lo mas dulce que he leido. Me encanto. Besos. lady_blue
12-11-2003 Amigo colega que bien esta lo que ha escrito, sencillo, se deliza facil, la historia es sencilla, pero que bellamnte esta contada en una piremra persona, lineal en el tiempo y sin buscar la sorpresa, sino la autenticidad. felicidades un abrazo ruben sendero
09-11-2003 Creo que ya se ha dicho todo, a excepción de que este cuento, personalmente a mí, me ha tomado de la mano y me ha llevado al peñasco a observar el oleaje entre lágrimas de melancolia. Eres un maestro. Gracias por estar. Gabrielly
06-11-2003 UN cuento colorido, de gomitas, caramelos, no hablas de chocolate pero hubo de estar también presente. Un cuento no apto para diabéticos pero si para las almas que se solazan con la ternura. Buena, Nomecreona. gui
06-11-2003 Hermoso personaje nos has dado, amigo, y que bien relatas la escena. Saludos, Praprique
06-11-2003 muy bueno. nos hiciste llegar a un mundo al que dificilmente se llega, y que dura tan poco. un saludo. Martin_Abad
06-11-2003 me dan ganas de ser papa,pero trabajo con niños y eso hace que se me vaya de la cabeza,tuviste suerte de que te tocara isabel,pero yo hubiera preferido una rubia despampanante,fuera de coñas te digo que me ha encantado. barrasus
05-11-2003 mE ENCANTÓ TU RELATO, TIENE UN TOQUE DE TERNURA QUE CONTAGIA. YO TENGO UN PEQUEÑO DE CUATRO AÑOS Y HAZ DE CUENTA QUE ME LO DESCRIBIAS EN TU RELATO, TE INVITO A CONOCER UNA PEQUEÑA PARTE DE EL EN SANTIAGO Y EL ABUELO. UN BESO Y MIS ESTRELLAS. LaPatineta
05-11-2003 Ay Nomecreona, no he podido dejar de sonreir y de emocionarme durante todo el relato. Sos un grande y eso tal vez se deba a que tenés a tu niño muy presente. Gracias por darle vida a Isabel, es muy difícil, casi imposible te diré, de olvidar. Una maravilla como pocas. Un abrazo MCavalieri
04-11-2003 ¡Estupenda narración Rafael!. Me parece que eres de aura blanca y límpida mirada. Empático y dominador de lenguas universales. Felicidades. Un abrazo, FALCON
04-11-2003 No se, pero se me quedó cara de haberme encontrado con Momo o algo así, vaya ternura, mas dulce que los caramelos de Isabel, formidable el viaje de avión a que nos has invitado. Ya hacía falta. Besitos burbuja
04-11-2003 Gracias, Rafael. Hace poco viajé en avión pero no tuve la suerte de encontrarme con ninguna Isabel, ni con ningún principito. Te envidiooo! (sanamente, se entiende), pero, por fortuna, nos has dejado aquí este relato. Y lo has escrito de una forma tan jodidamente cariñosa que las manos me huelen a mandarina y estoy dejando el teclado pringado de caramelo mientras sueño con encontrarme con Isabel la próxima vez que tome un avion. Felicidades, caballero. De verdad. ;-) moebiux
04-11-2003 También a mí me dio pena bajarme del avión. Excelente narración. Un beso pegajoso con olor a limón. marimar
04-11-2003 También a mí me dio pena bajarme del avión. Excelente narración. Un beso pegajoso con olor a limón. marimar
04-11-2003 Uy!!!!!!! cosa más tierna!!!!!! mira que hay que ser de piedra para no deshacerse con un relato así. Da gusto irse a dormir después de leerle, me llevo las manos pegoteadas también. Saludos! blanquita
04-11-2003 vaya Isabel esta! Es como la versión femenina (por lo rápida e inteligente...y malcriada también) del principito. Un hombre que se deslumbra ante la genialidad de una niña, que le roba sonrisas, nostalgias, limitaciones y le devuelve parte de su infancia también. Don nomecreona, usted tiene una gracia increíble para relatar sus historias, me transporta a su avión y me hace pasajera en su letras, es impresionante. Su texto, como los otros, de factura impecable, de razonamientos profundos que se cubren en frases graciosas y de temas que siempre evocan ternura. Estrellas, saludos y gracias para usted que es sólido. CaroStar
04-11-2003 Un lunes a esta hora, plantarle a la vida un cuento como este, es como plancharse las arrugas del alma y además regalarse un proceso antiarrugas que ni Pitanguy en su quirófano lograria. Es un trabajo exquisito. Con la prolijidad que te caracteriza, pero de una ternura deliciosa. Me marcho por alli a dar el aviso, que con este rollo que "Mas textos" no funciona, por ahi sobreviene un desembarco y algún despistado se lo pierde. Por lo demás "Dulce Daniela" Victor Heredia. Tu llámale Isabel si quieres...bien hecho. muy bien hecho. un saludo hache
 
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