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El patio bañaba las sombras del acercamiento como un refugio que encarcelaba los pasos diminutos, detrás la noche abría su vientre fagocitando la estadía de las pieles. Y la silueta repartía en secreto las huellas de su vida atada al oscuro designio de infructuosos robos. Carla aún dormía con su pelo enmarañado al norte de la cama, latiendo dentro y fuera de los sueños. Un salto sacudió la espera de las plantas ramificadas en el letargo de su muro, mientras la figura proseguía la secuencia en el arrullo de sus manos, tenazas, aerosol paralizante, sogas y un arma, le bastaban para el acto delictivo. El joven acercó sus ojos destellando adrenalina al borde de la almohada bajo un aliento etílico que lo adormecía todo, mientras el rostro de Carla yacía paralizado. Luego la luz en búsqueda del despertar hirió su piel amordazada, los brazos aún sentían los resabios de la pesadez junto a las piernas atrapadas en el respaldo de la cama. Su cuerpo había encallado en el propio lecho; trató de desatarse mirando alrededor de su pequeño mundo quieto, en donde la desolación de una casa dada vueltas la atormentaba aún más. Y el tiempo dilataba la espera de un rescate, quieta y dolorida, solo podía observar lo circundante sin siquiera gritar...

Tomás regresó del trabajo a la hora de costumbre, con su mirada perdida en una sonrisa seductora. El almuerzo metódico y la lectura del diario junto a una siesta reparadora, mantenían su vida organizada. Las noticias policiales destacaban otra muerte más en la ciudad. Sus manos deslizaron las hojas lentamente recreando la comisura de sus etéreos labios, mientras murmuraba por lo bajo: -“ La víctima de sexo femenino, abría sido estaqueada en su propia habitación bajo el influjo de un somnífero que la llevó a una extensa agonía de horas. Se presume sea otra muerte del acecino en serie.”

Sobre la mesa, una página del diario cristalizaba sus colores amarillentos, bajo los trazos prolijos en tinta que enmarcaban el aviso: “Solos y solas, nueva lista de participantes, llámenos y encontrará la felicidad...”
Y su cuerpo se envolvió bajo las sábanas en un sueño placentero que lo mantendría lúcido y despierto hacia la madrugada.

Ana Cecilia.

Texto agregado el 21-01-2003, y leído por 509 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
21-01-2003 Y como siempre....Saludos. Au revoir. salvatiere
21-01-2003 Muy bonito, en realidad logras que me haga parte de tu historia, un poco tenebrosa tambien. Saludos arecife
21-01-2003 Muy bueno Ana Cecilia, me gustó mucho el final. Un abrazo. mcavalieri
 
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