LA VANIDAD DE UNA VIZCACHA
Había una vez una vizcacha que se creía la mejor y la más bonita de todos los animales de la meseta.
La vizcacha todas las mañanas iba a beber agua y aprovechaba para ver su rostro en el manantial que estaba cerca de su cueva.
Un pequeño cuy también se dirigía todas las mañanas a beber agua en la misma fuente, él recorría el pequeño trecho con mucho cuidado porque por esa zona volaban las águilas acechando.
Al llegar al manantial, encontró a su amiga vizcacha mirándose en el espejo que formaba el agua repitiéndose para sí misma que no había nadie más bonita que ella. El humilde cuy le previno:
Amiga vizcacha tenga cuidado, porque por este lado vuelan las águilas queriendo agarrar algún animal pequeño para que sea su comida.
A lo que la presumida vizcacha le respondió:
- Cuy a mí nadie me va a tocar, porque soy la más hermosa de todos los animales de la meseta y más ágil que cualquiera.
Así pasaron los días, la vizcacha siempre presumía de su hermosura y el generoso y humilde cuy no se cansaba de repetirle el cuidado que debía de tener, hasta que una mañana, cuando la vizcacha se miraba como todos los días en el espejo de agua, sintiéndose la más bonita de todos los animales del ande, no se dio cuenta que arriba en el cielo una hambrienta águila ya la había divisado y rauda volaba hacia ella, con sus garras listas para clavarlas en su cuerpo; el cuy vio al águila y corrió a avisar a su amiga, pero esta no prestó importancia a los gritos del cuy y las garras del águila se clavaron sobre la pobre vizcacha, que no tuvo tiempo de nada y fue el desayuno de la rapaz ave.
MORALEJA:
Este hecho nos enseña, aunque tengamos belleza física y seamos más ágiles o mejores que los demás, no debemos presumir de ello, hay que escuchar el consejo hasta del más pequeño y humilde amigo.
La fábula pertenece a la Niña María Fé Gil Hurtado, mi hija, (10 años ) mereció "Mención Honrosa de Editorial Santillana-Lima - Perú - 2005 Colegio La Reparación - Miraflores.
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