Los habladores de los parques

En Latinoamérica con una larga historia de satrapías, tanto de militares genocidas y políticos inmundos de cuello blanco, que son capaces de vender no sólo sus espíritus corruptos a los imperios económicos sino sus mismos pueblos, despilfarrando alegremente como si manejaran una tienda esquina los impuestos de los pobres, convirtiendo a la nación como en el caso de Colombia en la caja menor de sus amigotes y familiares, siendo más sinceros los asesinos del sur, bestias con botas, que aplicaron la violencia demencial, toda la perversidad y negación de la libertad en sus tristes y famosas dictaduras, que esos hipócritas democrateros, que apelando a la mentira del liberalismo, quitan el pan de la boca, la educación y la salud a los pobres, democracias de papel, siempre con grandes rodilleras ante el poder del capital, de hinojos vergonzante ante don dinero, para lo cual no dudan en beber de la sangre de sus compatriotas o colocarle un revólver en la boca hambrienta, a nombre de uno de las vocablos más manoseadas y prostituidos en Latinoamérica, la palabra democracia.

Por esa falta de libertad de expresión, cautiva en la violencia de los militares o en la mentira de los grandes medios masivos de comunicación social en poder de los embusteros de oficio, los parques públicos se convierten en santuarios por excelencia para arte de la conversación y la polémica, baluartes de la más absoluta libertad de pensamiento y extensión de la erudición de los grupos marginales, de los renegados, de los que nadie escucha y precisamente por eso escogen estos lugares públicos para dar rienda suelta a sus utopías.

Los parques hacen parte del alma de las ciudades de Latino América desde la Patagonia hasta la Guajira, son sitios de singular referencia, porque son espacios de reencuentro y de verbalización, allí hablan los que nunca han sido escuchados.

Allí se da una especie de catarsis con la palabra de un pueblo donde los exponentes y los oyentes son los más humildes, los excluidos de la sociedad.

En materia de libertad de expresión en los términos más universales y enciclopédicos, el parque es el sitio de la controversia, donde caben todo tipo de teorías y se práctica la más absoluta libertad de pensamiento.

El parque de Bolívar en Medellín, es un buen ejemplo de lo que estoy planteando, es el territorio ideal de los conversadores, de los polemizadores de oficio sobre lo divino y lo humano, allí se dan cita los intérpretes de los textos bíblicos, desde los más radicales y apegados a las letras, como la mujer que con megáfono en mano se abre campo entre la audiencia empuñando una vieja biblia y con Ezequiel 7 en los labios, anunciando amenazante, a voz en cuello el último día de la humanidad: "El fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra...Se acerca el día del furor de Jehová ", otro despotrica de la mujer y coloca a Eva como insigne pecadora, la causante de nuestros males, por eso viene montada en la bestia apocalíptica del 666, encabezando la marcha con su figura maligna de mujer prostituta, pero hay quien salga al ruedo y defienda no sólo a las bellas sino a todas las putas habidas y por haber y otro sentencia de manera lapidaria la defensa de la hembra, planteando que efectivamente Eva fue una pecadora, pero que después vino María para redimir no sólo al género humano sino a todas las mujeres. Hay hasta quien afirma muy convencido que Jesucristo fue un extraterrestre, esto da pie para que otro avale esta teoría y vaya más allá encontrando en los modernos descubrimientos del robot explorador en el planeta rojo, pirámides similares a las de Egipto, de donde se deduce claramente que los constructores de los sepulcros de los farones fueron extraterrestres y que el origen de la vida por consiguiente llegó de otros sistemas planetarios más evolucionados que el nuestro.

De pronto todas las controversias se trasladan al campo de fútbol, los más jóvenes debatientes perdieran sus postulaciones y fueran derrotados por goleada histórica sus personajes Robiño, Ronaldiño y Ronaldo, sólo quedan flotando en el ambiente los nombres de dos candidatos para disputarse el favor de los excluidos ¿quien fue mejor Maradona o Pelé? y ya cuando los maradonistas y los pelesistas estaban casi a punto de agarrarse de los cabellos, surge un tercería, el mejor fue Mané Garrincha que le quebraba las cintura a todos los marcadores de punta con sus piernas garetas, solo que como fue vicioso y mal viviente se murió antes de tiempo en una vida acortada por los desenfrenos y las hermosas garotas brasileñas y no tuvo la fama de Pelé o Maradona, creaciones de las grandes multinacionales del deporte.

Otro parroquiano, que denota y connota toda el hambre que lleva flor de piel, trae un interesante planteamiento de tipo filosófico y pregunta a voz en cuello a todos los presentes ¿Qué fue primero señores el huevo o la gallina?", lo que da pie para que se inicien acaloradas discusiones sobre el huevo y la gallina, los grupos se polarizan y cada uno defiende sus puntos de vistas argumentando en favor de uno de los dos extremos del asunto, formándose dos bandos singulares, uno los defensores del huevo y otros los tutores de la gallina.

Aquí en el parque de Bolívar, en todo el corazón de Medellín, usted puede exponer la teoría que quiera y tendrá escuchas, adeptos y quien quiera rebatírsela.

En el parque de Bolívar se realizan las discusiones más Bizantinas que harían sonrojar a los polemizadores del Imperio Romano de Oriente, si les fuera posible regresar desde el pasado a nuestros días.

En el mundo asombroso del parque de Bolívar es posible que a usted lo atraquen, o que le metan las manos a los bolsillos, le saquen la plata y los papeles sin que usted se de cuenta, o que escuche que la democracia no existe, como tampoco existe el tiempo y que los liberales se diferencian de los conservadores porque son más liberales los conservadores de la línea dura que los neoliberales de pacotilla que ahora gobierna este país, inclusive alguien con todo ese humor negro del paisa, le aconseja la expresidente Belisario Betancur ahora que la Fiscalía lo llama a declarar por la infame matanza de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que haga lo mismo que hizo con el inmolado presidente de la Corte que no le pase al teléfono, es posible que usted retroceda miles de años hasta la historia de los antiguos griegos y se encuentre con un Diógenes moderno, un extraño personaje que se cree radio y avanza envuelto en una cobija emitiendo por su boca de escasos dientes amarillos, todo un bagaje de cultura general con una coherencia en sus palabras dignas de admiración, sembrando enseñanzas para un público que escucha entre festivo y admirado, a este filósofo de la calle y el abandono, una mezcla de Don Quijote y Diógenes, que se arropa en una manta desvencijada y a veces pide al público que lo rodea como un moderno Diógenes, que por favor no le tapen el sol, que en ese momento le está dando en la cara.

¿Quién no se ha sentado en sus gradas a mirar la fuente y a escuchar las melodiosas campanadas que anuncian la hora?

En el mismo sitio donde a las once del día de los domingos suena la retreta, es posible degustar cuando cae la tarde en un día de semana una obra de teatro de "La Barca de los locos", donde el diablo es acribillado por un sicario con pistola de fulminantes, que hace saltar a los que no estaban pendientes de la representación y discutían en sus alrededores.

En el parque de Bolívar se juntan y se amalgaman todas las clases sociales, todas las culturas y todas la vivencias de la ciudad, allí no hay distingo de clases, aunque desde la época de los jipis melenudos que llegaron a vestir de colores multicolores las gradas de la basílica y tomarse sus bancas para dormir, definitivamente se adueñó del parque el populacho, así lo percibió el alma de negociante del paisa, que instaló en uno de sus costados un restaurante para los más pobres, donde van los varados, los vendedores ambulantes, los emboladores, las putas y todos aquellos que mantienen los bolsillos rotos por la inflación y el desempleo a buscar al menos una comida diaria.

La cabeza de Bolívar ecuestre verdoso y taciturno, sirve de asiento a las palomas que revolotean por los alrededores. Las prostitutas del atardecer buscan a sus clientes, los fotógrafos de instantáneas ya se retiran y cuando estaba a punto de colocarle punto final a este párrafo...Ocurre un milagro de la fe, la mujer que no tiene piernas y que se arrastra sobre sus muñones envueltos en trapos, ha llegado a las primeras gradas, algunas almas caritativas ya la estan izándola por las escalas, cuando un gato negro, raudo cual centella devora las gradas y en una exhalación se interna en el claro oscuro permanente de la imponente basílica Metropolitana, la construcción de barro cocido más grande del mundo con su millón 120 mil adobes.

Las campanas de la catedral llenan de sonidos melodiosos el ambiente.

En el parque de Bolívar de Medellín, el día está pasando a ser noche y es mejor retirarse a tiempo porque la noche en el parque de Bolívar ya es otro cuento.

William H Ramírez P.

2005