DÍAS DE VERANO


¡Que extraña se le antoja la ciudad! .Tan distinta de las tres o cuatro calles de su infancia, flanqueadas de casitas bajas, humildes, muy humildes, casi chabolas.

Su padre había caído desde el andamio y su ausencia los dejó sin recursos. Ahora con su madre habita un tabuco por el centro .En ocasiones él la acompaña a buscar trabajos de sastrería .¡Que caro está el metro! siempre exclama ella y el se asombra ante la magnitud de los edificios ,el bullicio ,los escaparates y los grandes autos conducidos por gentes bien vestidas .

Al atardecer su madre ,encorvada por las largas horas de costura ,se levanta de su silla de pantalonera para preparar la sopa .Y el abandonando por un momento sus gastados libros de niño ,libros de aventuras o cuentos ,se acoda en el alféizar y desde la ventana contempla el horizonte de la ciudad en el ocaso .

Piensa que pronto hará la edad y habrá de colocarse de aprendiz .Entonces ,en el atardecer de verano ,siente un extraño pellizco en el estómago ,mitad de temor ,mitad de esperanza .