DESCANSO III

Ismael

( homenaje a Melville )

No es extraño llamarse Ismael. Ni tampoco ser un joven de porte magnífico. Y en virtud de ello, tampoco es raro, frecuentar en verano playas lujosas y clubes náuticos con el fin de hacerse invitar a inolvidables jornadas de gozosa holganza en compañía de gentes adineradas y a cambio sólo de gracia y encanto.

No es extraño pues aceptar la invitación de un hombre de mediana edad para, solos ,él y yo ,en su yate, en alta mar, aplicarnos a la pesca del marling.
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Lo extraño fueron los días enteros de ominoso silencio, la búsqueda obsesiva, el desprecio de trofeos que hubieran sido desiderata de los deportistas más exigentes.

Lo extraño fue descubrir ,bajo el mantel ,que la mesa del camarote principal era féretro y no mesa, la aparición de un pez espada gigantesco y de blancura deslumbrante, la persecución encarnizada, el gesto desencajado del patrón exigiéndome que lo atara a su silla de pesca.

Lo inaudito fue el combate cuerpo a cuerpo entre la bestia y mi adusto anfitrión hundiéndose al fin ambos en el fondo del mar.

Lo grotesco fue salvar, tras la zozobra del yate, la vida asido al ataúd sobre el que habíamos comido.

Hoy no soy más que un lisiado dado a la bebida, pero aseguro haber visto de nuevo a mi anfitrión buscando jóvenes dudosos como compañeros de su pesca fantasmal.