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JORNADA 312
La paradoja de Olbers
El mundo que habito es una llanura sin final y asfaltada hasta donde yo conozco. Siempre es de noche, sé que a intervalos regulares pierdo el sentido o muero o me duermo, pero con tal intensidad que sólo puedo afirmar que el cielo es negro.
En mi mundo también existe una tapia que se extiende recta hacia lo lejos mas solo por un lado, pues por el otro se trunca bruscamente, justo por donde suelo pasear.
A tramos regulares y a un lado de la tapia se levanta ilimitado número de farolas. Deduzco que de las dos zonas de llanura que forma la tapia una es más importante que la otra exactamente donde se yerguen las farolas.
Por lo demás la iluminación es la misma en las dos zonas excepto una estrecha banda de sombra al pie del muro de las zona innoble.
En veladas excepcionalmente claras al mirar en la lejanía al punto de fuga de la línea de farolas quedo deslumbrado por la luz que procede de éstas. De este importante hecho deduzco que la tapia y la hilera son ambas infinitas .
Me he alejado de la tapia en numerosas ocasiones y después de enojosas marchas y casi en la negrura siento que desfallezco y tras una gran modorra parecida a la muerte comienza de nuevo la jornada junto a la primera farola.
Aquí el viento es incesante y casi siempre hace frío , sin embargo esta clase de frío me agrada porque hace que mi rostro arda.
De la circunstancia de estar armado infiero que soy el vigilante.
Aunque pueda parecerlo, aquí la vigilancia no es tediosa. Me gusta ver cómo se forma la escarcha al pie de las farolas, oír el zumbido acompasado de los mástiles agitados por el ventarrón.......
A veces tras cientos de gélidas madrugadas sobreviene de súbito una hermosa noche veraniega. Entonces el viento siempre presente parece transportar melodías de alguna fiesta lejana al aire libre.
Suele ser frecuente que de forma subrepticia se acerquen al tapial figuras furtivas. Presumo que son gentes de alto rango en razón de sus ropajes pomposos. Acuden en soledad o en grupos con el fin de cometer actos vergonzosos. Cuando los veo me dirijo hacia ellos a grandes zancadas y los ahuyento dando voces. Ellos se pierden en la oscuridad y los persigo a sabiendas de que me sobrevendrá la debilidad y comenzará de nuevo la jornada en los alrededores de la farola primera.
Sé que si camino paralelamente a la tapia la noche se prolonga de tal modo que he llegado a tocar en una sola madrugada miles de farolas sin caer en ningún sopor.
Conozco, por ciertos signos que estoy envejeciendo, ignoro desde cuando estoy aquí pero tengo al certeza de que puedo evitar mi extinción simplemente marchando hacia el infinito en una infinita caminata nocturna.
Pero sé también que mi puesto está aquí donde acaba la tapia, en la primera farola. No en vano soy el vigilante.
Nota . Paradoja de Olbers .Enunciado de astrofísica que afirma que si el universo fuera infinito la densidad de radiación en cada punto del espacio sería mensurable y por lo tanto el cielo no se vería negro . |
Texto agregado el 09-12-2005, y leído por 201
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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16-05-2007 |
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ayer un amigo me habló de no sé qué, física cuántica, es curioso que tu texto me haya recordado esa idea de todoposibilidad; la lectura tiene una dinámica donde lo racional poco tiene que ver y sobre eso se arma una metáfora; gracias por creer en el automatismo quilapan |
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29-06-2006 |
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Dios elhombreazulon |
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