SISTE VIATOR*


Fue, al nacer, bien recibido. A partir de entonces le dispensaron atenciones que supo agradecer. Prometía un futuro brillante. Al filo de los veinte años cayó en la ingenuidad de enamorarse pero no fue correspondido.

Tras el rechazo de su amada no acertó a recuperarse. Parecía que alguna némesis lo persiguiera, después no atinó más que a vivir caricaturas de todo lo que soñara. Gastó su vida en cumplir con un trabajo tedioso y viajó, pero no como Elcano, Balboa o Magallanes.

Al final un tumor, insidioso, creció en el interior de su cuerpo. Un día, postrado en la cama, recordó una escena vivida en su infancia.
Al patear ocioso una caja de cartón vió en su dorso una colonia de insectos sorbiendo ordenadamente una gran mancha de grasa. Había pateado un microcosmos.

No volvió a recuperar la consciencia.



*Siste viator: Detente viajero. Expresión usual en los epitafios de las tumbas romanas.