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VIGILIA XI


Caminaba y caminaba mas siempre terminaba llegando a aquella plazoleta desde la que se dominaba la ciudad .Lo había intentado varias veces pero las callejas se retorcían ante mí y me devolvían a la plaza inexorablemente .En una de mis tentativas hallé un canalillo que conducía el agua por el centro de la calleja y recordando el viejo adagio de que siguiendo el agua se parará en el mar me propuse seguirlo ,pero fue de nuevo una tentativa estéril .

Resolví tranquilizarme .Ví que en un rincón se encontraba un cafetucho con dos mesas y ante ellas un camarero tan extático como orondo .Al sentarme y dada la naturaleza del lugar me vi en la obligación de exclamar : ¡ Garçón ! ...

Obsequioso ,el camarero atendió mi demanda y le pedí dieciséis tazas de café .Pude ver el asombro pintado en el semblante del empleado ante la solicitud de un número par de tazas .

Me explicaré .Ante mi se abrían dos opciones :
A) Recuperar la vigilia a fuerza de café .
B) Al igual que Buda arrancarme los párpados .
En encontrando odiosa esta segunda alternativa me concentré en contemplar la plaza y , en lo posible , las esquivas figuras que furtivamente entraban y salían de la misma .Así permanecí algún tiempo pero en el fondo advertía que estaba siendo embaucado de alguna manera obscura .

Para empezar noté que mi estómago se hallaba estragado de tanto café pero no por ello sentía menos sueño .También el orondo camarero me observaba ,además de con disimulo ,con marcado gesto de malignidad .

Era claro que aquellas tazas de café no contenían cafeína ,era claro que el lugar o la plaza o el camarero o las figuras fugaces me querían allí y además por , motivos que desconozco, dormido.

Me levanté ,pero al iniciar la marcha ,sentí mis miembros tan pesados como el plomo ,sentí tensión porque las figuras ,antes fugaces o furtivas ,ahora se mostraban tensas ,inmóviles y vigilantes.

Vi en el otro extremo de la plaza una máquina de refrescos ¡allí encontraría mi cafeína ! Rodeado de discreta pero intensa expectación salvé con un esfuerzo ímprobo el trecho que me separaba de mi propósito y al llegar observé que mis manos ,torpes a fuerza de estar entumecidas, eran incapaces de insertar una monedas que ,además , no correspondían a la ranura .Sólo por poder descansar me hallaba contento de estar desesperado .

Percibí el alivio solapado de todos los circunstantes ante mi nuevo fracaso ,pero entonces proferí un grito de triunfo ,que en mi tontera mas pareció un bostezo ,al divisar ,apostada ,una de esas figuras vigilantes que pueden verse en todas las ciudades .

En efecto allí ,justo entre dos calles ,y reservándose una perspectiva amplia que cubría la plaza ,el traficante ,quien ya me había visto , esperaba ,como es uso corriente en su negocio .

Fué el esfuerzo postrero ,recuerdo la lentitud extrema y el sopor con que eché mano de mi cartera ,recuerdo como en una foto mi mano inerte y en ella los billetes y las palabras surgiendo de mi boca tan lentas y dormidas como yo .

Justo en ese momento ,me detuvo su agente, señor comisario, porque insisto : era el sueño ,era el sopor o la modorra ,porque yo señor comisario ,reitero , nunca he usado sustancias prohibidas .


Texto agregado el 09-12-2005, y leído por 144 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
29-06-2006 yo nunca tuve parpados. Quizas eso explique que lo mire todo. elhombreazulon
 
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