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Vivo En El Recuerdo

Anabella podía sentir como las lágrimas caían por sus mejillas, al mismo tiempo en que sentía el frío cuchillo entre sus manos...No sabía si debía acortar su vida hasta sus 15 años, o si debía afrontar el dolor de ya no tener a la persona a quién más amaba a su lado. “¿Por qué?”, pensaba, justo cuando se había armado de valor para confesarle lo que sentía, justo cuando él le contesto que también la quería, tan solo un día después de ese maravilloso momento...Sas...Se fue para no volver más...

Francamente, después de ese accidente ya no encontraba razón alguna por la cual vivir, pero pensó en su familia “¿Cómo podría ser tan egoísta?¿Dejar este mundo así nada más?”

Anabella escuchó que su madre la llamaba, le decía que debía irse a la cama, ya era tarde. Esa noche, no pudo dormir ni un poco, ese día fue el velatorio, mañana sería el funeral. “Me quiero morir, morirme para estar con él...No soltarme de sus brazos, sentir sus labios contra los míos en el cielo, jamás, jamás volveré a amar a alguien como lo amo a él...”

A la mañana siguiente Anabella bajó a sentarse a la mesa, no desayunaría nada, pues no sentía ánimos ni para alimentarse. Su madre le dijo que mejor se cambiara la ropa, si pensaba usar esa para el funeral, pues estaba usando un vestido hermoso de un color muy vivo, mientras que todos allí estarían vestidos de negro. Anabella se negó, armó un escándalo, ni loca se quitará ese vestido, pues Gabriel, su amada muerto, una vez le dijo...Que se veía muy linda con ese vestido....Por ningún motivo se despediría de él para siempre con otra ropa que no fuera esa.

Mamá- Anabella...A ti te tocará despedirlo, frente a todos los invitados al funeral, que seguramente estarán vestidos de negro, o colores más apagados, vas a desentonar mucho, y más de alguno, pensará que eres una maleducada.
Anabella- No me interesa. Pueden pensar lo que se les ocurra, por mi pueden irse a la punta del cerro.

En el funeral Anabella se hacía la fuerte, no derramando ninguna lágrima, mas por dentro estaba desgarrada, cuando le tocó despedir a Gabriel, no aguantó más y, aunque sin hacer ningún sonido, además de lo que leía, empezó a llorar un poco. El había sido su único amigo siempre, mientras leía, no prestaba atención a lo que leía, en su cabeza se sentía arrepentida de no haberle confesado sus sentimientos antes, quizá habrían tenido tiempo de disfrutar un poco no sólo como amigos, sino como pareja...¿Pero que podía hacer en ese momento? Retroceder el tiempo era imposible...

Solo podía resignarse.

Anabella- Y así nos despedimos para siempre de nuestro querido Gabriel, amigo fiel, alegre y sincero...Pero nos contentamos con la idea de que ahora...Está en un lugar mejor.

No lo soportaba más...No podía ni mirar como le ponían la tapa al ataúd, su alma se quebraba en pedazos...Sentía que más de la mitad de su corazón se iba para siempre junto al cuerpo de Gabriel. “Esto nunca lo podrá borrar el tiempo...Mi corazón no estará tranquilo...Hasta recuperar a MI Gabriel...”

Todo se terminó definitivamente para su amado...El ataúd iba a ser enterrado...Anabella sintió un impulso incontrolable de ir a abrazar el ataúd y gritar desesperada, como si eso pudiera impedir que la muerte se lo llevara para siempre. “¡¡NO!!...¡¡No se lo lleven por favor!!...Aun lo necesito...¡Por favor!” gritó, como pudieron dos hombres lograron desamarrarla del ataúd, cayendo ella al suelo sin poder aguantar su desdichado llanto. El ataúd fue enterrado. Y ahora ella sabía que esta no era la peor pesadilla de su vida...Ahora se había dado cuenta de las proporciones del asunto. Que de verdad...Nunca más lo volvería a ver...

Varias horas después del entierro Anabella seguía en el cementerio, se arrepentía de no haberse suicidado ayer. Volvió a llorar, cuando una lágrima cayó al suelo, en ese instante Anabella se dio cuenta de que ya no estaba en el cementerio, estaba en algún lugar, sin suelo, sin cielo, sin paredes, sin nada, ella era lo único allí, o eso pensaba, hasta que escuchó una voz, que pensó no volvería a escuchar.

Anabella- ¿¡¡Gabriel!!? Dios mío, me estoy volviendo loca...- Dijo y lo abrazó con todas sus fuerzas-
Gabriel- No, ¿Sabes donde estamos?
Anabella- No tengo idea...Y no me interesa.
Gabriel- Siempre has sido muy caprichosa.
Anabella- Pero...Tú...Tú estabas muerto.
Gabriel- Y aún lo estoy.
Anabella- ¿Acaso yo también?
Gabriel- No.
Anabella- ¿Y entonces? ¿Qué sucede?
Gabriel- Yo quería hablarte. Quería decirte, que en el cielo...Mis sentimientos por ti aun viven, que nunca, jamás se perderán. Que te amo, como en mi vida he amado a alguien. Que aquí tienes a un ángel que te cuida siempre, y también me tienes a mi. Que si vivo en tus recuerdos...Vivo en todo. Que no necesito mi cuerpo para estar vivo. Mientras tú no me olvides, yo no moriré nunca. ¿Me entiendes?

Anabella ya no podía más, si seguía llorando sus ojos se iban a secar, pero ya no eran lágrimas de tristeza, su corazón latía a una velocidad impresionante, y ya no sentía rencor contra el auto que acabó con su sueño, pues este había nacido de nuevo...Entonces ambos suponiendo que les quedaba poco tiempo juntos...Se dieron un beso...Un beso de despedida, pero ambos sabían que esta despedida era solo un “Hasta luego”...La vida humana...Es muy corta, se pasa tan rápido, lo único que Anabella debía hacer era ser la mejor persona que pudiera...Para reunirse con su amado, que no estaba vivo...Pero, para ella tampoco estaba muerto.

Anabella regresó otra vez a la realidad, e hizo algo, que pensó que no podría volver a hacer más...Sonreír...

Ester Gnecco

Texto agregado el 08-12-2005, y leído por 125 visitantes. (0 votos)


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