Droga,
bicicleta mágica,
voladora,
serpiente voraz
y brava.
A veces
ingrata eres,
mas tu desnudez
carcome
los corazones
y sentimientos
del ser más duro,
poderoso
y altísimo
que existe.
Soneto alegre,
antes triste
y desvalido:
iluminas
con tu vientre
al amargo
llanero solitario
y escriba
de las pampas,
con melodías foráneas,
sonidos ilustres
de los vientos del norte,
del sur,
este y oeste.
Droga,
rosa de los vientos;
tu valía empuja,
sólo empuja,
sin preocuparse
del tal destino,
preciso,
decidido.
No,
droga,
tú
impredecible eres
para la pantalla,
para cualesquiera
mente sabia,
erudita.
Te impones,
mujer sangrienta;
tu presencia
no calla,
gusta, agrada,
complace deseos
inimaginables;
traspasa fronteras
de millón en millón
en millón.
Tú sí que caíste del Olimpo.
Droga,
deidad silvestre,
alquimista exitosa.
Pájaro veloz.
Viento que sopla,
tu presencia alude
al color
que sea escogido,
al puerto
donde se quiera varar;
a la luna
que se desee palpar.
Diviertes al aburrido,
trastornas al perezoso.
Creas
a la perfección.
Pero también,
droga,
en vagos días
de obscuridad
y penumbra
destruyes.
Tramposa,
igual te quiero
y con furor
te deseo.- |