dime que hora es.

si son las 3.05, deberé transgredir violentamente
el espacio que nos limita. muchas veces azul,
pocas veces plomo.

los dos gatos arrancaran simpáticamente
y se miraran en los segundos del techo
muy confundidos.

lo siento. pero deberé insistir en que tu familia no será invitada. ni siquiera aquella amiga a la que llamas hermana y tiene un lunar en su frente,
bastante desagradable.
bastante omnipresente.

por eso, agradece estos
cinco diastole-sistole,
antes que me digas que son las 3.05.
ves que una eterna entera puede pasar
en un tu-tum tu tum?
tu-tum tu-tum.

perdóname. no!
por qué te pido perdón?
no. es estúpido perdir perdón por esto.
por qué no puedo jugar con tu muerte, cuando tu regalas tu vida?

es obvio que no eran ni siquiera las 3.
pero de todas maneras es tarde,
asi que como muchas veces,
me reincorporo
- conjugando primero, lo cálido y sectario
del interior de la cama, y segundo, el frío roce en mis piernas de esta habitación invernal - y apago la luz.