MALDITO AUTOESTIMA
-son mamadas. ¿no crees?
-Shht, el himno- y comenzó a cantar.- Piensa ¡Oh patria querida¡ que, el cielo, un soldado en cada hijo te dio, un soldado en cada hijo te dio. Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad el bridón. Y demás.
-es que tu caso es distinto y bueno, vos... vos.
Ambos callaron un momento, Ramiro tragaba saliva de una manera muy seca mientras que Federico hacía un gesto de molestia.
-piensas que me complico. Estás pendejo. Todo lo contrario, me hago el que no sabe, me distraigo y blasfemo un rato. Mira que yo no me quiero abrumar toda la semana por un maldito examen en una materia en la cual no tengo ningún problema. Además, este examen, es carroña pura a comparación de los que esperan en este semestre, en los otros dos parciales. Si la cagué tendré dos oportunidades de demostrar que sigo siendo “don Chingón”. Con un promedio de 8 mando al carajo a todos los de nuevo ingreso y, como premio, me quedo con la carrera de Turismo.
-anda, hombre, que no es para que te molestes. Ponte en mis zapatos.
-no me quedan, tienes un pie demasiado pequeño.
Subieron las escaleras, sólo faltaban dos pisos. Federico se acomodaba los cuadernos en la mano izquierda, para que estos no se resbalaran
-a eso no me refiero. Lo que intento decir es que tenés un excelente autoestima y eso hace que las cosas no te preocupen tanto como me preocupan a mí.
-te la comes en el inglés, con eso ya tienes parte del trámite bajo tu control.
-claro.
-mira que en ese aspecto yo soy el jodido.
-pero en álgebra
-me encantan los números.
-mira que necesito veinte aciertos en el examen para pasar con un siete.
La puerta del salón estaba abierta, por lo que entraron sin cuidado
-yo con veinte alcanzo el Diez, tengo dos puntos extras en clase
-y quince aciertos. Vos tenés los cincuenta, Ramiro. Mira que eres el único que sacó diez. Pero tú Federico, te quedaste un poco corto.
Luego dejó caer los cuadernos
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